Registro etnográfico del lombanfula en el centro de Cuba
Erick González Bello
Juan Carlos Hernández Rodríguez
La cultura bantú es extensa y compleja en su concepción, marcada por la diversidad dentro de la unidad, lo cual la convierte en un mosaico étnico en el que se expresan características comunes en el ámbito de la religiosidad; entre ellas, la fe en la naturaleza y el culto a los ancestros. Los pueblos bantúhablantes conciben el universo como la totalidad del ser; de ahí que esas potencias cosmogónicas, aun en su singularidad, estén articuladas. Así, los elementos naturales son usados para mejorar la vida del hombre y sus creencias son consustanciales al espíritu del clan ancestral.
Una de estas manifestaciones rituales es la vinculada con las energías acuáticas, práctica que presenta ciertas especificidades crípticas aun entre los propios africanos de esta región.
Estas creencias de los bakongo, relacionadas con ciertos cultos acuáticos, han sido descritas fundamentalmente por los misioneros cristianos belgas y británicos de los siglos xviii y xix. Entre ellos, uno de los testimonios más precisos fue el del inglés William Holmas Bentley (1855-1905).[1]
Otro aspecto que este autor destaca es que estas deidades se comunican con los hombres a través de sueños, y que la representación de estos son las piedras del lecho de los ríos, que luego son recogidas por quienes han tenido estas revelaciones en sueños o trances. Las piedras son colocadas en recipientes con velas, diferentes especias y vino de palma.[2]
El proyecto nacional La Ruta del esclavo —que aún no ha incluido la zona de Remedios— ha favorecido la atención a todas estas creencias y tradiciones culturales. La presencia del grupo bantú[3] en el área centro-occidental de Cuba ya estaba demostrada, al ser el grupo étnico de origen africano más significativo en esta zona de la Isla.
Breve panorama histórico-económico de San Juan de los Remedios
Las características del desarrollo económico colonial incidieron directamente, como es lógico, en la demografía de la villa San Juan de los Remedios, donde hubo un número significativo de africanos esclavizados. A pesar de las imprecisiones en la información acerca de su procedencia, las clasificaciones dadas en los documentos de los mercaderes de esclavos y compradores, libros de asentamientos de bautizos y defunciones, etcétera, ofrecen indicadores generales de las zonas de procedencia de los esclavos que llegaron a esta región.
Apresados de la más brutal manera, la continuidad cultural y la reconstrucción de sus imaginarios populares estuvieron matizados por la rica y variada oralidad: legado y recordación de todo aquello que habían escuchado a sus ancianos. Con los años fue incrementándose, en cantidad y variedad, la presencia africana en estas tierras, de modo que el crecimiento de la población esclavizada, que primeramente había respondido al desarrollo de la plantación cacaotera y cafetalera, ahora daba «respuesta a la cosecha cañera y a la producción de azúcar».[4]
Estudios realizados[5] en los archivos de la Parroquial Mayor San Juan Bautista de Remedios registran más de treinta denominaciones étnicas entre 1722 y 1869. Entre ellas —obviando imprecisiones en la recogida del dato—, desde el inicio de la trata se generalizó el término congo para designar a todos los esclavos procedentes del área bantú. La pesquisa en el archivo parroquial apunta hacia una mayor presencia conga en la localidad; lo cual explica que «toda la parte norte de Las Villas [fuese conocida como] “de la conguería”».[6] Es por ello que, hurgando en documentos y entrevistando a informantes clave —herederos o descendientes de aquellos esclavos—, se hallaron pistas que conducían, inevitablemente, a las prácticas de la regla de Ifá, la regla de Ocha, al palo monte o regla conga y al lombamfula; asentados desde el siglo xix en la extensa jurisdicción remediana.
Escabrosa ruta del lombanfula desde las fuentes clásicas hasta la actualidad en Remedios
A Fernando Ortiz se deben las primeras referencias sobre particulares grupos de origen congo en Cuba. Ya en 1955 advierte el tambor kinfuiti[7] o manfula, de los congos de Remedios y Placetas, que acompañaba a un baile y a un canto:
Al kinfuiti por Las Villas también se le dice manfula y se le tiene por tambor de nganguleros o brujos. Mfúlua en congo significa ‘resurrección’, ‘salir un ser de entre los muertos’; y ma es un prefijo que significa ‘cosa’. Queda pues bien aclarado que manfula significa “cosa para resucitar a los muertos”.[8]
Sin embargo, estas voces no fueron vinculadas en ninguna de las obras de este importante antropólogo; algo que sí logró Teodoro Díaz Fabelo en su diccionario, al vincular el vocablo manfula y registrarlo entre los paleros con el significado de ‘resurrección’ o como un ‘tipo de congo’.[9] En 1986 Lydia Cabrera refiere una deidad conga llamada Lomboan Fula, sincretizada con el santo católico San Francisco,[10] pero tampoco advierte diferencias con otros grupos congos. Según Gema Valdés, este dato lingüístico se registra por Fuentes-Schwegler (2005)[11] como deidad palera reconocida por once informantes entrevistados por estos autores.
No fue posible encontrar en otras fuentes evidencias de esta expresión que, hasta hoy, solo ha sido reportada en Remedios, Placetas y Camajuaní. Por ello se dificulta definir de manera correcta esta forma de expresión religiosa de origen congo que, al parecer, tampoco cuenta con una regla precisa, aunque posee un sistema mágico-religioso con cierta organicidad y estructura. Al respecto, los practicantes entrevistados no aportan una definición demasiado clara, por lo que es preciso basarse en la observación in situ del fenómeno en la ciudad de Remedios, así como en las indagaciones de los archivos parroquiales de la Iglesia Parroquial Mayor San Juan Bautista y la ermita de Nuestra Señora del Buenviaje —ambas remedianas—, con el objetivo de seguir las huellas y comprobar la existencia de los ancestros mencionados por los lomberos, término con que se autodenominan estos practicantes.
Los datos aportados, tanto de las prácticas religiosas acuáticas de la zona del antiguo reino Bakongo como de los datos observados en el trabajo de campo realizado en Remedios y Placetas, durante varias décadas, permiten formular una definición de lombamfula como el:
sistema religioso familiar de origen bantú practicado en el centro de Cuba, fundamentalmente en las zonas de Remedios, Camajuaní y Placetas. Tiene por núcleo el trabajo ritual con el agua y las yerbas; todo lo cual está vinculado al baile, los toques y los cantos en torno a un altar que deposita debajo —como sostén— a las deidades, objetivadas en piedras, como elementos simbólicos minerales básicos. Además, sus practicantes no tienen en sus acciones rituales vínculos con los ancestros muertos. Estas prácticas son exclusivas de una familia, no por decisión personal, sino por designio recibido por la vía del clan ancestral.[12]
Esta religión posee un panteón con deidades bien caracterizadas. Entre ellas, Sambiampungo (creador y todopoderoso), Enquita (Santo o Ángel Mayor), Cayampemba (que abre y cierra los caminos), Senga (dueño de la salud), Ensimbe (dueña de los pozos y soberana de la belleza y la sensualidad), Ensasi (conocido como Ángel guerrero), Matunga (vinculada a la salud, pero que no puede mezclarse con los otros santos en el altar), Aguandimi meso (dueña absoluta de la visión), Mayala (dueña de las charcas y de la profundidad; en tal sentido, es asociada con la Madre de Agua), entre muchos otros.
Existe un rasgo común entre las familias que practican el lombanfula en esta parte de Cuba y sus ancestros africanos de la zona del antiguo reino de los Bakongo: la interpretación de los sueños como vía fundamental para el contacto con los ángeles o deidades.
Muchos utilizan el oráculo a través de caracoles, fundamentalmente, aunque en Remedios se recurre al uso de cocos, la posesión mental y la posesión del espíritu. Además, dentro de sus prácticas se encuentran las de buena suerte, vinculadas al agua; y las ceremonias funerarias, dentro de las que sobresale el alumbramiento de la tierra, celebrado nueve días después de la muerte del cabeza de asiento. En Remedios, cuando muere un cabeza de asiento, desde los tiempos ancestrales se hacen las honras con rompimiento de platos. Luego, se le pregunta al fundamento si se quiere quedar con un sucesor u otro.
Para los lomberos el agua es el elemento natural primordial: tiene un sentido purificador, curativo y ritual. Por ejemplo, colocan agua diariamente detrás de la puerta para evitar la entrada de lo malo; el primer miembro de la casa que salga, la echa fuera. El último día del año efectúan un baño de purificación para el nuevo ciclo anual, con agua y yerbas. Los trabajos para prevenir o resolver dificultades también se realizan con agua, colonia, siempreviva, albahaca y velas.
Una peculiaridad de los lomberos remedianos es que utilizan collares —no sucede así en otros asentamientos de Placetas, por ejemplo—. Al no corresponderse con los empleados en prácticas religiosas de origen yoruba, se infiere que no constituye un hecho de influencia de estas dos creencias, como resultado de su coexistencia en toda Cuba. Los entrevistados han sido reacios a explicar el significado de estas prendas, con excepción de los collares azules y blancos, dedicados a la bella y sensual Ensimbe, dueña de los pozos, estanques y aguas dulces.
Otra manifestación de los practicantes es la celebración de fiestas o lombos. Los actuales practicantes recuerdan con nostalgia cómo en épocas pasadas los tres primeros cabezas de asiento, Severo, Esteban-Ángela y Juan Bautista, organizaban la fiesta, que duraba varios días y era muy variada.
Un poco de historia…
Por fortuna la vida del esclavo fue mucho más que el látigo y el ingenio. Desarrollaron un sistema articulado que permitió la asimilación del capital cultural de unos y otros; la celebración de fiestas con danzas, música y comidas, recordando (y recreando) sus tierras de origen, elementos de cohesión para la religiosidad, que luego se impregnó de lo cotidiano y desarrolló un profundo sentido identitario.
El lombanfula en Remedios está ligado al ingenio San Rafael, luego Jinaguayabo, propiedad de la acaudalada familia de los Rojas y enclave importante para la actividad de comercio de esclavos, debido a su cercanía con el antiguo puerto del Tesico que, aunque en los albores del siglo xix había caído en desuso hasta su cierre al comercio en 1819 debido a la habilitación del puerto de Caibarién, conservaba su jerarquía para la entrada de africanos esclavizados a la jurisdicción. Desde allí se inició una ruta que permitió el asiento de casas en Sitio Bonito, Remedios, Placetas y Camajuaní.
Los elementos cardinales del lombanfula podrían resumirse del modo siguiente:[13]
- Existe un receptáculo mágico denominado fundamento o prenda (palanganas y/o jícaras), depositario de sustancias de origen mineral, que son consideradas mágicas.
- Es una práctica ritual de carácter familiar con un concepto de familia amplio, vinculado al tipo de organización de clan africano.
- Por ser un designio familiar revelado por una deidad, su práctica no es una elección personal, sino un deber familiar. Si no se cumple con las deidades puede ser castigada toda la familia.
- Los practicantes poseen creencias en un ser supremo llamado Sambiampungo, así como en otras entidades espirituales entronizados como Ángeles Mayores. Todos rodeados de un panteón con deidades propias. Entre ellas están Ensimbi y Enquita.
- El agua es un elemento preponderante para realizar ceremonias, curaciones y limpiezas. La confluencia del río con el mar es un lugar sagrado para los lomberos y las piedras recogidas en los lechos de los ríos por creyentes que han tenido determinadas revelaciones en sueños son sagradas y veneradas.
- Los toques, acompañados de cantos y bailes, favorecen la actuación de los ángeles y toman también el nombre de lombos.
- En el lombo no se trabaja con muertos.
- La consulta oracular no es frecuente. Sin embargo, se realizan premoniciones fundamentalmente a través de sueños. Esta es la forma de entrar en contacto con las deidades del lombo.
- El sacrificio de animales responde a sus creencias animistas.
- Las ofrendas se realizan con bebidas y comidas.
- La condición de cabeza de asiento que atiende el fundamento se trasmite, indistintamente, por la vía patrilineal o matrilineal, casi siempre por relación de linaje parenteral.
- En un largo proceso de transculturación, el lombanfula en Cuba ha tenido cambios en sus rituales, mezclas con otras religiones africanas y europeas, y actualmente es una creencia que ha tomado matices propiamente cubanos de las raíces en África.
Registro etnográfico de las prácticas lombo en el siglo xxi en Remedios
Una vez abordada, sintéticamente, la historia y naturaleza del lombanfula en Remedios, es interesante comentar las notas de campo de la celebración ocurrida el 30 de marzo de 2013 (Sábado de Gloria) en la cunanso ‘familia, casa’ de María Erina Enríquez Ordaz, heredera de la casa Rojas-Ruiz, y compararla con lo usual en la casa Hernández-Jova, para constatar cómo se presentan actualmente estas prácticas religiosas. Para ello se considera una serie de variables que permitirán una mejor comprensión del fenómeno: estructura de las ceremonias o fiestas; matanza, platos y comidas; los altares y demás atributos; los instrumentos, toques y cantos; vestuario y aspectos sociológicos. Ello permitirá, asimismo, evaluar de manera especial el papel del componente musical en las ceremonias del lombanfula.
Estructura de las ceremonias o fiestas
Alrededor de las diez de la mañana comenzaron a congregarse los wanas o personas iniciadas, casi todos, descendientes del matrimonio de Esteban y Ángela Rojas, así como algunos practicantes de la regla de Ocha cercanos al cabeza de asiento. Se inició una ceremonia privada y breve de la cabeza de asiento. Luego fueron entrando, indistintamente, algunos practicantes. Todos realizaron rezos que fueron percibidos por los congregados en la sala de la casa.
A continuación, todos los asistentes pasaron hacia el cuarto de culto, donde se encontraban diferentes deidades y un altar principal. Más tarde, comenzó la práctica socializada con Tumbulelo, canto que levanta la ceremonia, y la limpieza de la casa, que realizan varias mujeres, esparciendo el agua de las botellas que están en el altar, desde el fondo hasta la puerta de entrada, pasando por todas las habitaciones hasta regresar al cuarto de culto. Allí prosiguieron los cantos a otras deidades al son de la campanilla y el ritmo del tambor para lograr que el santo «se active». Al finalizar, se repartió la comida, previamente preparada por los participantes en el culto.
No se ha podido presenciar la ceremonia en la casa de los Hernández-Jova debido a la negativa de los practicantes, miembros de la familia; sin embargo, se ha logrado conocer que los santos, al igual que en las otras casas lombo, se bañan con abundante agua hervida con hojas de platanillo, trébol y caisimón. Para entrar al altar, que tampoco ha podido ser visto, se toma el agua de las botellas y se dan tres saltos grandes antes del toque.
Otra ceremonia importante es el levantamiento que se realiza cuando muere un practicante. En esa ocasión se rompen las vasijas, pero las piedras del difunto son conservadas junto al altar. El rito siempre lo dirige el(la) cabeza de asiento de la casa. Además, se usan varios tambores ¾no vistos hasta el momento¾ y que fueron identificados como tambores yuka por algunos miembros de la familia que cada año vienen desde La Habana para la ceremonia.
Estas casas lombo remedianas realizan sus fiestas en diferentes días, siempre vinculadas con festividades del santoral católico. Así, el calendariolombo resulta la siguiente manera:
Cunanso lombo (Familia) | Fundador del asiento | Calendario festivo | Santo |
Rojas-Ruiz | Severo Rojas (africano) | entre marzo y abril[14] | Sábado de Gloria |
María Sanabria | José Delgado (sagüero) | 13 de junio | San Antonio de Padua |
Hernández-Jova | Rosalía Hernández (africana) | 24 de junio | San Juan Bautista |
Martínez-Boffil | Trinidad Martínez (remediana) | No se ha podido definir |
Matanza, platos y comidas
Durante el siglo xix y primera mitad del xx en la casa de los Rojas-Ruiz se escogían tres hombres para llevar las ofrendas al fundamento. Se usaba harina, chivo blanco, gallo blanco, gallina amarilla, que se le ofrece a Ensimbe, entre otros. El día de dar de comer y sacar el fundamento, que luego queda guardado bajo el altar, solo entran algunos miembros de la familia. El fundamento mayor, situado en el río, no se mueve.
Por su parte, según costumbre ancestral en la casa de los Hernández-Jova, cuando se realiza la matanza, primero se saludan los animales y luego las piedras comen en su platón. Cada santo pide tres o cuatro cabezas de carnero o chivo con tarros. Cuando los santos comen, se le encienden velas y no se puede entrar al cuarto. La matanza comienza por el mediodía y debe terminar antes de la medianoche. Luego, a los tres días, se lavan con abundante agua.
La matanza en ambas casas continúa la tradición de realizarse en seco.
Los altares y demás atributos
En la casa de los Rojas-Ruiz el altar es escalonado, a la usanza de los Altares de Cruz, conformado por numerosas imágenes, estampas, oraciones de santos católicos y adornos florales que cubren cada espacio. En el altar se encuentran, además, las botellas de agua, un candelabro con una vela encendida, otras velas para sustituir las que se van agotando y dos platos con pedacitos de coco. Situadas sobre el altar se encuentran una campanilla y dos maracas, que son usadas para los rezos; y, muy cerca, la tinaja con agua y dos antiguos tambores membranófonos.
En la casa de los Hernández-Jova, aunque no ha podido ser comprobado, algunos informantes declaran que en el altar se colocan velas y flores con los colores de las bandas (o cintas); pero, fundamentalmente, blancas. Las amarillas, verdes y rojas, se usan mientras se realizan los trabajos.
Aunque los guddú ‘collares’ no han podido ser identificados y/o registrados, algunos informantes declaran que son de variados colores y muy complejos, si bien el que más predomina es el azul pálido.
Los instrumentos, toques y cantos
El componente musical de la práctica religiosa del lombanfulano ha sido abordado antes de manera particular. Los cantos y toques son aspectos constituyentes de las ceremonias, como es usual en otras expresiones religiosas y culturales de raíces africanas. A pesar de mantenerse en el marco estrecho de los practicantes, las singularidades de la música en el lombo han de atenderse a fin de mostrar con objetividad la multidimensionalidad y diversidad de esta práctica.
Una vez en el interior del cuarto de culto, la ceremonia se inicia con una tonada llamando a todos los santos, en la que el guía o cabeza de asiento levanta el canto para que el coro responda. Primero se invoca a los grandes santos; luego a otras deidades, priorizando el santo de la casa y de la guía manfula.
Guía: Lombanfula, levanta el lombo, eh…
Coro: Tumbulelo[15] lombanfula
Guía: Lombanfula, levanta el Enquita, eh…
Coro: Tumbulelo lombanfula
Se interpretan, además, diversos cantos, como Cunañanga, Manasenga, entre muchos otros dedicados a los diferentes santos. Sin embargo, el primero, luego de levantar el lombo, es el dedicado a Cayampemba.
En relación con los instrumentos que pudieron ser constatados en la cunanso lombo de María Erina, en Remedios, es preciso señalar su antigüedad. Mantienen la morfología descrita en los instrumentos de la vecina ciudad de Placetas; o sea, están hechos de tronco de palo ahuecado, con cierta rusticidad, son unimembranófonos, de cuero clavado, y se templan al sol.
Según los informantes, los tambores eran usados por los ancestros de esta casalombo. Sin embargo, no pudieron datar la fecha en que comenzaron a usarse. Lo cierto es que poseen pequeñas diferencias en cuanto a las dimensiones y uno conserva el parche. Este mide 122 cm de alto por 29,2 cm de ancho, con una circunferencia superior de 91,5 cm y una inferior de 76,5 cm. El otro mide 119,5 cm de alto por 27 cm de ancho, con una circunferencia superior de 81,5 cm y una inferior de 71,5 cm.
Con estas dimensiones se procuró identificarlos en la fronda organológica cubana de origen africano, haciendo hincapié en aquellos instrumentos más usados por las etnias bantú. La organología de esta expresión religiosa es compleja de descifrar, si bien se puede clasificar como un unimembranófono abierto, de parche clavado, que es percutido con las manos del ejecutante, originalmente, poseían una correa para ser cargados por el músico.
Algunos descendientes de la familia Hernández-Jova identifican dentro de los tambores un quinto, que es precisamente uno de los que forma parte del conjunto usado por descendientes congos, de unas 20 pulgadas de alto por 12 de diámetro.
Hurgando en la obra de autores anteriores e imprescindibles, saltó a la vista el muenduko descrito por el Dr. Teodoro Díaz Fabelo como «tambores congos de casi dos metros de alto hechos de palo ahuecado y cuero de buey clavado. Se calientan al sol y se tocan por el día; representan la salud del rey, mientras los moana representan la salud del pueblo».[16]
Este autor dice haberlos visto solo en cuatro pueblos, dentro de los cuales se encuentran San Juan de los Remedios y Placetas. Y agrega que «en ellos se tocaba makuta y también maní. Por su tamaño y peso se mantienen en un lugar fijo durante el toque; una correa de cuero seco de buey cruza de un hombro a la parte inferior del brazo opuesto del tocador y los sostiene unidos a este. F[ernando] Ortiz descubrió y describió estos grandes tambores, que ya no se tocan».[17]
Morfológicamente, tenían cuatro puntos coincidentes con los encontrados en la casa de María Erina, en Remedios: (1) casi dos metros de alto, (2) hechos de palo ahuecado y cuero de buey clavado, (3) por su tamaño y peso se mantienen en un lugar fijo durante el toque, (4) una correa de cuero seco de buey cruza de un hombro a la parte inferior del brazo opuesto del tocador y los sostiene unidos a este.
Los tambores son tocados por hombres. No obstante, en la casa de María Erina, quizás por la pérdida de la trasmisión, puede ser percutido por mujeres.
Hoy, luego de la comparación con tambores de origen bantú constatados en otras zonas de Cuba en la bibliografía consultada, es posible concluir que los tambores vistos en la cunanso de María Erina son los conocidos como yuka, aun cuando solo existen dos, y estos se percuten en un conjunto de tres.
Además de los membranófonos (llamados engoma), durante el canto se usan campanillas y dos maracas, las cuales son sacudidas por el cabeza de asiento. También las agitan los practicantes cuando saludan a los santos del altar.
Vestuario
Para asistir a las prácticas, el(la) cabeza de asiento se viste de blanco y se cubre la cabeza. El resto de los practicantes usa otras ropas, aunque siempre llevan una prenda de color blanco y algunos también se cubren la cabeza, a la usanza de las prácticas de Ocha.
Aspectos sociológicos
En la casa de los Roja-Ruiz, la cabeza de asiento es nombrada por su nombre. No escuchamos que los practicantes la llamasen mama, quizás por la ruptura generacional en la práctica de los actuales lomberos con sus ancestros, a los que evocan con un notable respeto y veneración.
En la casa de los Hernández-Jova las actuales generaciones mantienen el respeto y veneración por sus ancestros y, cuando los evocan, los nombran mama o tata.
Conclusión
Encauzando las conclusiones de este artículo, y con el abierto objetivo de recabar la mirada sobre la importancia de esta expresión religiosa africana que entró a Cuba a través de zonas remedianas ¾en tanto no se demuestre lo contrario¾, es pertinente evocar las palabras de Martha Rojas, sobrina-nieta de Ángela Rojas, la esposa de Esteban:
El que parió todas las ramas del lombo en Remedios, Camajuaní y Placetas fue Esteban Rojas. ¡Esta es la rama más antigua! Cuando se casó con Ángela, que era partera, ya tenía su fundamento.
Siempre tenía el patio lleno de animales y cuando había fiesta le decía a Ángela que atrapara uno […] Ellos trabajaban siempre con agua clara y la comida que usaban era el chivo blanco, las gallinas amarillas, blancas o jabá y el carnero blanco.[18]
Sin dudas, la apreciación de la informante ¾aunque vinculada a la familia¾ no va más allá de los recuerdos evocados en sus años de infancia o los comentarios escuchados a sus mayores. Aunque su testimonio puede ser parcializado, es incuestionable la primicia de este acercamiento a una de las expresiones de la religiosidad de origen africano más desconocidas de Cuba.
La reconstrucción auténtica de esta expresión cultural ha de desprenderse de la profundidad y el amplio pesquisaje por parte de los autores. Ello sirve de marco para iniciar nuevas búsquedas, en las cuales es preciso adoptar una perspectiva multidimensional que considere, entre sus aspectos más relevantes, el aporte del lombanfula al patrimonio musical de la región.
[1] Gema Valdés Acosta, Erick González Bello y Juan Carlos Hernández Rodríguez (2018). El lombanfula en Cuba. Santa Clara: Editorial Capiro, p. 22.
[2] Valdés Acosta, et al. Ob. cit., p. 25.
[3] Consúltense Jesús Fuentes Guerray Armin Schwegler (2005). Lengua y ritos del Palo Monte Mayombe: Dioses cubanos y sus fuentes africanas. Madrid-Frankfurt am Main: Vervuert-Editorial Iberoamericana; Jesús Fuentes Guerra (2012). La Regla de Palo Monte. Un acercamiento a la bantuidad cubana. La Habana: Ediciones Unión; y de los autores Erick González Bello y Juan Carlos Hernández Rodríguez, «Remedios: a casi 500 años de tradiciones y religión» (Islas, n.o162, 2009, pp. 95-103); y «La huella cultural africana en San Juan de los Remedios» (Actas de la XI Conferencia Internacional de Cultura Africana y Afroamericana. Santiago de Cuba: Editorial Cátedra, 2010, CDROM.
[4] Migdalia Cabrera Cuello (2002). Las corrientes políticas e ideológicas en Villa Clara en el siglo xix hasta el inicio de la Guerra Grande. Santa Clara: Editorial Capiro, p. 23.
[5] Erick González Bello y Juan Carlos Hernández Rodríguez (2002). «Presencia multiétnica africana en San Juan de los Remedios (1722 a 1869)». [Documento inédito].
[6]MiguelBarnet (1967). Biografía de un cimarrón. La Habana: Editorial Gente Nueva, p. 70.
[7] Respetamos ortografía del autor en todos los vocablos de origen bantú, aspecto aún no resuelto en el siglo xxi.
[8] Fernando Ortiz (1955). Instrumentos de la música afrocubana. La Habana: Ministerio de Educación, t. V, p. 155.
[9] Teodoro Díaz Fabelo (1998). Diccionario de lengua conga residual en Cuba. Santiago de Cuba: Ediciones del Departamento de publicaciones Casa del Caribe/Universidad de Alcalá, p. 84.
[10] Lydia Cabrera (1986). Reglas de Congo Mayombe: Palo Monte. Miami: Editorial Universal, p. 128.
[11] Jesús Fuentes Guerra y Armin Schwegler. Ob. cit., p. 212.
[12] Valdés Acosta et al. Ob. cit., pp. 58-59.
[13] Valdés Acosta et al. Ob. cit., pp. 99-100.
[14] La Semana Santa se traslada de fecha, pues coincide con la primera luna llena de la primavera.
[15] En Placetas se usa Tumbulé.
[16] Diccionario de la lengua conga residual en Cuba, Departamento de Publicaciones Casa del Caribe/Universidad de Alcalá, Colección Africanía, [1998], p. 95.
[17]Ídem., pp. 95-96.
[18]Entrevista realizada por Erick González Bello y Juan Carlos Hernández Rodríguez el 30 de marzo de 2013: Sábado de Gloria.