Dossier,  Edición Nro. 2 Año 2022

Testigos del tiempo. Remembranza de prácticas lombanfula en la voz de mujeres practicantes

Juan Carlos Hernández Rodríguez

Erick González Bello

Los actuales practicantes del lombanfula en Remedios recuerdan con nostalgia las fiestas que, en épocas pasadas, organizaban los tres primeros cabezas de asiento, Severo, Esteban-Ángela y Juan Bautista. Al respecto relatan Hilda Mercedes Hernández Urrutia y Martha Rojas Soa:[1]

Se abría al santo lo que venía a la mente. Se cerraba siempre con Tumbulero. Se limpiaba —como hoy— la casa con las botellas de agua. Yo soy espiritual… Por entonces la ceremonia era más privada: para Juan Bautista y los hijos. Cuando se hacía la matanza era en seco.[2] Cada cual tenía un caldero. No se podía pasar de uno para otro. Luego, pasaba el pueblo.

El lombanfula es para la familia y para ahijados de confianza. El fundamento está oculto, solo se destapa cuando se le va a dar comida y las mujeres con menstruación no pueden entrar. Solo los hombres atienden el fundamento, que está en Cunayanga[3] (cerca de Jinaguayabo). El tambor comenzaba desde que partían para el rito hasta que regresaban. Comenzaba a las diez de la mañana del Sábado de Gloria… Los hombres se iban para el ritual y los tambores seguían sonando hasta que regresaban del monte el domingo.

La historia del lombanfula remediano está ligada al ingenio San Rafael, propiedad de la acaudalada familia de los Rojas, próspero y con actividad productiva hasta 1894, si bien en 1873 había sido embargado a don Manuel José de Rojas y Rodríguez,[4] quien, junto a su hermano Fernando, había enriquecido su peculio personal por la adquisición de una enorme dotación, entre otras cosas. Esto se evidencia en la opulencia de la casa familiar y en los vestigios de la entrada al barracón, que era de patio.

San Rafael fue un espacio propicio para la convivencia de africanos de variadas etnias, fundamentalmente de origen congo; así como de una población criolla que fue creciendo y heredando una tradición cultural más allá de la simple transmisión religiosa. El amplio barracón, como lo atestiguan sus ruinas, fue el recinto que permitió la interculturalidad y el mestizaje entre aquellos que llevaban un tiempo en el lugar, los descendientes y quienes, con frecuencia, entraban por el puerto cercano, muchos de los cuales engrosarían la misma dotación.

Por allí entraron, en diferentes oleadas de esclavos, Luisa y Severo, fundadores de los primeros asientos o centros de prácticas del lombanfula en la zona central de Cuba. Estos esclavos tomaron, como era usual, el apellido de sus dueños, lo que ha hecho difícil reconstruir sus genealogías hasta la actualidad. No obstante, consta que el 3 de julio de 1854 fue bautizada en la Ermita de Nuestra Señora del Buenviaje la africana de veinticinco años Luisa Rojas, que había nacido en 1829. Ella fue la iniciadora del lombo en Remedios y Placetas. Por otra parte, el 11 de julio de 1860 recibiría el sacramento en la Iglesia Parroquial Mayor San Juan Bautista, el niño de ocho años —también congo— Severo Rojas. Ambos esclavos, cuyo grado de consanguinidad es improbable, por la diferencia de edad, vivían en la misma dotación y estaban consagrados a las creencias del lombanfula ya porque pertenecieran a la misma familia, ya por proceder del mismo clan ancestral consagrado a las deidades del agua.

Luisa Rojas obtuvo la libertad y se trasladó del ingenio «a Remedios, donde [continuó] trabajando como doméstica en la familia Rojas».[5] En la villa contrajo nupcias con el también africano Joaquín Camejo y, ya con un hijo, Manuel, nacido el 1 de enero de 1879, se trasladó hacia Placetas, adonde llevaron la práctica de sus creencias. Con el establecimiento de la familia en Placetas, el lombanfula perdió en Remedios a dos de sus mayores exponentes, promotores y cabezas de asiento y se inició en la nueva población una rama que pervive hasta nuestros días con total vigor.[6] Sin embargo, en el antiguo ingenio San Rafael se continuó el culto lombo…

Donde se unen el río con el mar se llama Cunayanga, que es donde está el fundamento de nuestra rama de Remedios. Antiguamente se usaba el santo lavao o santo Congo que, en el lombo no lleva ceremonia de asiento, pues se trasmite de generación en generación. Si hay padrino de descendencia lombo, pregunta al padrino si puede entregar lombo y este responde.[7] 

Probablemente, fue Severo Rojas el cabeza de asiento en esa zona durante toda la segunda mitad del siglo xix. Sin una descendencia comprobada, acogió a Esteban como un hijo que, nacido en la misma dotación, daría continuidad a estas prácticas.

En los archivos parroquiales la partida bautismal de Esteban Rojas dice que nació el 31 de julio de 1872, «hijo de Cristina Criolla esclava del ingenio “San Rafael”: fueron padrinos José Congo y Dolores Criolla». En el documento no se identifica el nombre del padre, dato que se corrobora en la Certificación de Matrimonio de Esteban con Ángela Rojas, expedida —por solicitud de los investigadores— el 3 de abril de 2013 en la Iglesia Parroquial Mayor San Juan Bautista de Remedios. En este documento tampoco se menciona el nombre del padre y a la madre se le cambia el apellido de «Criolla» por el de «Rojas».  

Lo cierto es que Esteban vivió próximo a Severo Rojas, y de él recibió los primeros rudimentos para iniciarse en la práctica del lombo. Más tarde, se establece en Sitio Bonito, donde continúa con su asiento. Su nombre

El tambor comenzaba el Sábado de Gloria a las 10:00 de la mañana, que era cuando resucitaba el Señor. Se paraba para almorzar y luego se continuaba. Se usaba harina, chivo blanco, gallo blanco, gallina amarilla, que se le ofrece a Ensimbe, entre otros.

Para llevar las ofrendas al «fundamento» se escogían tres hombres, quienes dejaban la comida en el lugar indicado y se iban sin mirar para atrás. Ellos cuentan que sentían cómo los santos se repartían la comida. Cuando regresaban, estaban los platos vacíos.

Mi mamá Felicia Rojas, que era sobrina de Ángela, me contaba que en Sitio Bonito la fiesta duraba tres días con sus tres noches. Me contó que una vez vino gente de Placetas para probar el fundamento… El dueño del fundamento, tío Esteban, que era muy sereno y se sentaba al lado del altar, mandó a buscar a la familia y a los ahijados de la mesa. Les contó que venía gente de Placetas a probar el fundamento y que nadie se mezclara con ellos.

Como a las diez de la noche predijo: «Viene la gente» y mandó a preparar agua en tinajas y latas. Los hombres venían con pañuelos de colores y machetes… y fueron al altar para saludar. Después empezaron a tocar y a montarse con «santos de Palo [Monte]». Entonces, una ahijada de la mesa, desobedeciendo, salió a bailar y uno de los santos que trajeron los visitantes le dio vueltas y dio un volío y se partió la cadera… Entonces empezó una guerra: los de allá con machete y los de casa con agua. Cuando los santos se le fueron se marcharon del lugar.[8]

Esteban contrae matrimonio con Ángela Rojas, doce años menor, en la década iniciada en 1890, aunque fue asentado en los registros parroquiales el 9 de agosto de 1913 (tomo 4 general, folio 8, n.o 8). Este fue un matrimonio que, continuando la tradición heredada, mantuvo vivo el linaje lombo en Remedios. A la muerte de ambos pasan a ser cabeza de asiento, sucesivamente, sus hijos adoptivos Juan Bautista Rojas (sobrino de Ángela) y Encarnación Ruiz; más tarde, Felipa Ruiz (hija de Encarnación) y, por último, María Erina Enríquez Ordaz,[9] que había sido acogida como sobrina por las Ruiz y en cuya casa el culto continuó activo, pues en esta práctica la transferencia del cabeza de asiento ocurre por lazos de consanguinidad. Sin embargo, el concepto de familia adquiere una dimensión macrocontenedora que no solo incluye padres, hijos, hermanos, tíos, sobrinos y primos; sino también los ahijados de la casa, quienes muchas veces, siendo amistades o vecinos, son acogidos como parte del núcleo familiar y, por tanto, adquieren derechos sociorreligiosos dentro del grupo.

Esta idea del desarrollo y fortalecimiento grupal quizás estuviese cimentada en la necesidad sostenida durante siglos —impostergable por más tiempo ya en los finales del siglo xix— de la (auto)ayuda y el (auto)reconocimiento de sí mismos como comunidad portadora de una riqueza cosmogónica ancestral.

Con la muerte de Encarnación Ruiz, la única cunanso activa del lombanfula en Remedios, este espacio perdió la importancia de cabildo, aunque fue sucedida como cabeza de asiento por María Erina Enríquez Ordaz (acogida entonces en la casa de Felipa Ruiz), luego de beber en las prácticas del lombanfula. Sin embargo, hasta 2015 —como antaño— se mantuvieron los rituales y se celebró su principal fiesta el Sábado de Gloria, a la que siempre asistían los practicantes de esta expresión religiosa, muchos de los cuales poseen elementos sincréticos con la Regla de Ocha.[10] Esta característica es frecuente entre los practicantes actuales del lombo, pues muchos de ellos son creyentes de religiones de origen yoruba y de las de origen bantú, simultáneamente. Ambas creencias coexisten sin que haya contradicciones en sus prácticas.  

La liturgia del lombanfula, en esencia, continúa siendo la misma. Como en tiempos pasados,

el día que se le da comida y se saca el «fundamento», solo entran algunos miembros de la familia, no todos. Luego se guardan debajo del altar. El «fundamento» mayor, el del río, no se mueve… Ese continúa allí, desde siempre. Hace unos años todavía iban jóvenes de la familia hasta el río… Pero eso hoy se dificulta un poco.

Por otra parte, la mujer recién parida no podía, ni puede, acercarse a la mesa; ni tampoco las personas desfachatadas… Esteban era muy cuidadoso de eso.

Ah, puede que el altar tenga varios fundamentos. Por ejemplo, el de Mery, aunque el principal es Matunga, que lo tuvo desde sus orígenes.[11]

María Erina Enríquez Ordaz, última cabeza del asiento designada, establecía comunicación con Matunga, potente deidad que ampara a los enfermos y es sincretizada con san Lázaro por los practicantes. Un caso narrado por una entrevistada relata que en la década del noventa del siglo xx María Erina fue diagnosticada con un tumor y desahuciada por los médicos, imposibilitados ante la envergadura de la tumoración, pero tuvo una revelación en la que Matungale indicaba que, para curarse, debía tomar agua de una tinaja que estaba ubicada en el cuarto de culto. Pasaron los meses y los años y la enfermedad desapareció. El suceso conmocionó a la comunidad de practicantes, al tiempo que consolidó la importancia de esta cunanso lombo ‘casa de lombo’.

Desaparecida físicamente el domingo 11 de enero de 2015, María Erina dejó una estela de luz dentro de las prácticas del lombanfula en Remedios.


[1] Entrevistas realizadas por Erick González Bello y Juan Carlos Hernández Rodríguez el 30 de marzo del 2013, Sábado de Gloria.

[2] La expresión significa que no se usa agua caliente para preparar los animales que servirán de alimento.

[3] Lugar donde se une el río con el mar. 

[4] Hijos de D. Manuel de Rojas: Coronel del Batallón de Milicias de las Cuatro Villas y Comendador de la Real Orden Americana de Isabel la católica. Nació en 1777 y falleció el 19 de abril de 1850 a los 73 años. Al morir era viudo de la remediana descendiente de italianos Dña. Catalina de la Torre (Libros de Defunción de Blancos de la Parroquial Mayor San Juan de los Remedios, t. 9, partida 1562, fol. 14 2 v).

[5]Héctor González Fuentes, María J. Martínez Alemán y Maibelín Carrasco Pérez. Op. Cit., p. 14.

[6] La familia placeteña Rojas Delgado recibió en el año 2009 el premio Memoria Viva por conservar los cultos de Lombanfula.

[7]Martha Rojas Soa (sobrina-nieta de Ángela Rojas). Entrevista realizada por Juan Carlos Hernández Rodríguez y Erick González Bello el 30 de marzo del 2013: Sábado de Gloria.     

[8] Marta Rojas Soa. Testimonio recogido por Juan Carlos Hernández Rodríguez y Erick González Bello el lunes 24 de febrero del 2014.

[9] Entre otros descendientes de los Rojas, María Erina fue una figura decisiva para el desarrollo de la investigación que da como resultado este y otros trabajos.

[10] Hilda Mercedes Urrutia (Iyalocha), madre del Babalao Frank Socarrás. Además, a sus más de 100 años es reconocida como la Santera Mayor de Remedios. Está consagrada a Changó. Por su parte, la propia María Erina (“Cabeza del asiento” hasta el año 2015) era hija de Obbatalá.   

[11]Marta Rojas Soa. Testimonio recogido por Juan Carlos Hernández Rodríguez y Erick González Bello el lunes 24 de febrero del 2014.

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