Cincuenta años del Teatro Nacional Rubén Darío (Nicaragua), cuarenta años de colaboración pro la cultura cubana
Angélica Ma. Solernou Martínez
Entrevista realizada a Ramón Rodríguez, director del Teatro Nacional Rubén Darío, en febrero de 2020
¿Cuándo comienzan las relaciones culturales entre Cuba y Nicaragua?
Las relaciones culturales entre Cuba y Nicaragua se remontan ya oficialmente al año 1979, este convenio cultural significó una alianza recíproca en materia de cultura entre ambos países. No solamente Nicaragua fue beneficiado por la llegada de un sinnúmero de artistas de todas las facetas, sino que permitió que artistas —sobre todo jóvenes nicaragüenses—, pudieran tener una superación en el ámbito de las artes. En 1980 hubo becados de especialidades como música, ballet, artes plásticas y teatro, con programas de estudio de uno y cuatro años.
Esto abrió el camino para fortalecer la presencia cultural de Cuba en Nicaragua, e igualmente propició que tuviéramos preparación en ballet clásico y danza moderna, debiéndole la escuela nicaragüense de ballet su origen a la escuela cubana. Al mismo tiempo, esta colaboración permitió la confección de los programas metodológicos necesarios para la escuela nacional de música.
Todo esto venía funcionando bien hasta el año 1980, cuando el gobierno pierde las elecciones y las relaciones culturales llegaron a un punto casi «de extinción». Por esa época se mantuvieron solamente algunas acciones, mayormente relacionadas con la actividad comercial, pero, excepto Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, el resto de las propuestas dejó de tener impacto aquí en Nicaragua. La música bailable cubana no fue precisamente bien entendida y aceptada por nuestro público, pues las preferencias musicales del pueblo nicaragüense no son esencialmente como aquella; se probó en su momento, pero no funcionó.
¿Cuándo toma fuerza nuevamente el intercambio cultural? ¿Qué elementos e instituciones determinaron su restablecimiento?
Es justamente por esta época que aparece la Camerata Bach, intensificando la traída de agrupaciones de Cuba, haciendo actividades pro la cultura cubana cuando, por esa época, no había nadie que lo hiciera de esa manera.
Es hasta el año 2007 que toma fuerza nuevamente el gobierno sandinista y se comienzan a propiciar posibilidades de intercambio cultural, pero se organizan más de manera personal e institucional; y ya entonces estaba el Teatro Nacional en manos nuestras, y empezamos a darle una continuidad a ese apoyo y al agradecimiento que tenemos con la cultura cubana.
Pero no es hasta el año 2017 que se retoma este intercambio cultural, y lo hace el embajador cubano en nuestras tierras el Sr. Juan Carlos Hernández, con la contraparte nicaragüense y, lógicamente, la parte cubana. Creo que lo importante de este último convenio es que Nicaragua logra en este documento una reciprocidad artística.
¿Qué impacto tuvo este convenio para Nicaragua y para Cuba?
¿Qué significa esto? Bueno, que nosotros estábamos trayendo muchos artistas cubanos, trajimos a la Sinfónica Nacional, al Ballet Nacional y otros artistas de las Isla, pero no sentíamos la motivación de la parte cubana de llevar artistas nicaragüenses. Esto generó cierta preocupación, pues los convenios siempre deben ser de doble vía. Esto se reflejó ya en este convenio, haciéndolo realmente recíproco.
Hemos traído agrupaciones cubanas de varios géneros y estilos, bailarines, maestros; pero a la misma vez se abrió el espacio, después de muchos años, para que el arte nicaragüense también tuviese su presencia en Cuba. Es el caso de la visita de la Camerata; y, de hecho, antes de toda esta situación estábamos planificando otras acciones e ideas para que otras agrupaciones, jóvenes cantantes, boleristas, pues pudieran tener presencia en eventos que se realizan en Cuba.
Creo que ahí está y reside la importancia de este convenio, pues maneja un mejor sentido de colaboración. Esperamos que aún con esto de la pandemia se pueda mantener, pues esto ha contribuido a que el convenio sea realmente recíproco, así como ha motivado a artistas cubanos y nicaragüenses, a visitar ambos países representando nuestras culturas.
Reciprocidad cultural
Gracias a la vida que me ha dado tanto,
me ha dado la marcha de mis pies cansados
con ellos anduve ciudades y charcos
valles y desiertos, montañas y llanos
Violeta Parra
Gracias a la existencia del convenio de intercambio cultural llega a tierras villaclareñas, el 29 de abril de 2019, la Camerata Bach, agrupación del Teatro Nacional Rubén Darío, de Nicaragua. Es luego de esta oportunidad que, apoyado por el Instituto Cubano de la Música (ICM) y su dirección de Relaciones Internacionales, que la Empresa de la Música Rafael Prats, de Villa Clara, patrocina acciones de promoción del arte cubano con dos agrupaciones de su catálogo de excelencia: la orquesta Guzmán y su Poder Latino, defendiendo una colección de música cubana tradicional bailable con la que se presentó en varios departamentos del país; y el Conjunto de Música Antigua Ars Nova, el cual propició no solo la presentación en varias salas y departamentos como Managua, Masaya, Matagalpa, Granada o la ciudad de Estelí, sino que también colaboró con el movimiento de artistas profesionales y aficionados que trabajan bajo el auspicio y tutela del Teatro Nacional.
Igualmente, en el mes de septiembre, con una visita previa que realizó su directora, se impartieron una serie de talleres de iniciación musical, lenguaje musical, técnica vocal y dirección coral, así como se colaboró en el montaje de obras a cargo de la Schola Cantorum Rubén Darío. Fue a partir de ese momento que se formaliza la invitación a la gala central por el aniversario cincuenta del Teatro Nacional Rubén Darío, del hermano país nicaragüense.
Entonces, el coloso de las artes con sede en Managua se vistió de gala, ataviado de un hermoso azul y con la imponente imagen de Rubén Darío al frente, siendo como bien decían: un símbolo de progreso cultural. La lujosa pero tradicional gala cultural estuvo presidida por su director general, el Maestro Ramón Rodríguez, y los subdirectores Ivania Velázquez, Donaldo Aguirre y Salvador Espinoza, ponderando hacia lo más alto el máximo templo cultural de los nicaragüenses.
Fueron reconocidos varios intelectuales y figuras del quehacer artístico del ballet, cantantes, miembros de la prestigiosa Comedia Nacional, así como integrantes del Teatro Experimental de Managua. La solemnidad del acto prosiguió al nombrarse a los trabajadores más antiguos que actualmente laboran para el Teatro Nacional Rubén Darío, por sus años de entrega y dedicación a la gestión cultural de la entidad.
En escena confluyeron la Schola Cantorum Rubén Darío, la Orquesta Sinfónica Juvenil Rubén Darío, la Camerata Bach, el Ballet Folklórico Infantil Haydée Palacios, el Ballet Folklórico Infantil Nicarahuatl, el Ballet Folklórico Infantil Quetzalnahuatl, la Compañía Ballet de Nicaragua y el Ballet Folklórico Infantil Macehuatl. En esa noche de lujo fue la oportunidad de Ars Nova para sumarse, con manos sinceras, a la exuberante presentación, al antológico derroche artístico de folklor, música y danza nicaragüenses.
El homenaje de Cuba a las actividades formales por el aniversario cincuenta del coloso fue consumado por Ars Nova, que ejecutó un programa de lujo en el suntuoso Salón de los Cristales, del segundo piso del teatro. El concierto recorrió una selección de obras cubanas emblématicas e íconos de la música antigua, con compositores como Claudio Monteverdi y Antonio Vivaldi. No faltaron obras de la América colonial, con textos en náhuatl, villancicos de negros y muestra de dos obras del compositor más tardío del siglo xviii de la catedral de Guatemala; tampoco dejaron de escucharse piezas emblemáticas de la música y la historiografía musical cubanas: de don Esteban Salas.
No alcanzan las palabras para agradecer la oportunidad ofrecida a nuestro Conjunto y la intención de ambos países de tejer puentes culturales, de acortar distancias. Como siempre, la música, con sus misteriosos recursos de evangelización cultural, ofrece un mensaje de paz y esperanza.