Edición Nro. 2 Año 2022,  Gacetilla

Una historia que continúa: tonadas trinitarias, fandangos o tangos

Michel Morales Saura

La villa de Trinidad, fundada por Don Diego Velázquez en 1514, es hoy Patrimonio de la Humanidad, Ciudad Artesanal y Creativa del Mundo y uno de los focos folklóricos más ricos de la región central del país. Sus fiestas, que mezclan lo religioso con lo popular y están cargadas todas de personajes auténticos, se han mantenido hasta nuestros días.

La evolución y desarrollo de las combinaciones instrumentales en Cuba parten de las condiciones históricas concretas y de un largo proceso integrador, que inicia con la colonización y llega hasta nuestros días. En el caso de Trinidad, con la entrada del salitre de los vientos al viejo puerto de Casilda y, de él, a las empedradas calles de la villa, llegó un entrecruzado mosaico cultural que fructificó en la bullente población, donde se tamizaron influencias y se decantó un estilo, el de los tangos, luego fandangos y hoy tonadas trinitarias.

 En ellas encontramos una variedad de voces, tambores, clave de hierro y güiro, en melodías que han retado al tiempo y mantienen su extraordinario impacto en nuestra sensibilidad musical. Este género, único en Cuba y el mundo, ha perdurado hasta la actualidad y es una muestra más de la fusión de diversas culturas: la música africana y los giros melódicos de la península ibérica. A ello se une el toque de innovación de Patricio Gascón quien, al incorporarse a las guerrillas mambisas, lleva tambores yuca, de gran tamaño; y, a su regreso, trae unos más pequeños con el mismo sistema de amarre de los anteriores.

Manuel Patricio Gascón, hijo de Narcisa Gascón, morena libre, lavandera de la vecindad trinitaria, y de padre desconocido, nació el 17 de marzo de 1840. Vivió en casa de embarro en el barrio de Jibabuco, al lado de una ceiba —que aún existe— que Patricio se encargó de hacer famosa con sus tonadas. Tuvo tres hermanos y sus familiares eran artesanos y músicos.

Patricio era analfabeto, pero algo aprendió en la manigua cuando la guerra de 1868. Con su abuelo José María Belén, Gascón aprendió a construir tambores. Desde joven cortó caña como jornalero, como todos los negros y mulatos libres. Durante la temporada de zafra recorría los ingenios del valle y cuando disminuía el trabajo en la zona se trasladaba a Cienfuegos y a Sancti Spíritus.

No hay indicios de la fecha exacta en que comenzaron las tonadas. Para algunos autores[1] se remontan a 1840, en algún lugar del valle de los ingenios; otros le dan un carácter más urbano basándose en el contenido de los temas fundamentales. Existe un dato en la colección de documentos inéditos para la historia de Trinidad, de Rafael Rodríguez Altunaga, donde hace la siguiente descripción:

el 10 de junio de 1846 a la una y media de la madrugada, por la calle Amargura y Boca bajó un tango, los instrumentos eran unos tambores estrechos y largos, azadones y una botija de barro; el canto consistía en un nutrido coro de voces que contestaba a una sola voz, que procedía del Corojo.[2]

El Corojo es un barrio de la parte alta de la ciudad, situado entre Jibabuco y la Cantoja. Entonces Patricio tendría seis, pero por la proximidad al sitio de referencia y la relación de su familia con los tambores, se puede asegurar que ya desde muy temprana edad conoció este tipo de música. Esto es empleado como argumento para afirmar, por muchos, que Patricio fue el creador de las tonadas. Sin ser tan categóricos, no puede negarse su papel determinante en la organización, estructura y el aporte de los tambores recortados a esta manifestación cultural, que muy posiblemente se hubiera perdido en el tiempo, como ha ocurrido con otras manifestaciones populares.

La principal característica que podemos constatar en los instrumentos es la eliminación de la botija de barro y el recorte de los tambores. Ambas modificaciones ocurren durante la Guerra de los Diez Años (1868-1878).

Aunque en el documental Tonadas trinitarias, dirigido Héctor Veitía en 1974 —que cuenta con la participación de la destacada investigadora María Teresa Linares[3] y que constituye la única referencia audiovisual que encontrada hasta la fecha—, se hace mención a algunos instrumentos melódicos dentro del formato de la tonada, no aparece ningún registro sobre el particular en los documentos de mitad del siglo xix compilados por Rafael Rodríguez Altunaga. Sí se encuentran en el formato de los coros de clave espirituanos.

Algunos investigadores consideran la tonada como simples variantes de los coros de clave espirituanos, pero debe considerarse la escasa comunicación entre Trinidad y Sancti Spíritus en la primera parte del siglo xix, a pesar de la cercanía geográfica, a diferencia del contacto marítimo sistemático de los trinitarios con el Caribe, América Latina, África y hasta con la metrópoli.

Una de las investigadoras que más ha escrito acerca del tema, Martha Esquenazi, sitúa los coros de clave en barrios populares habaneros: Marianao, Regla, San Miguel del Padrón y Guanabacoa, hacia 1886. Registra este tipo de agrupaciones corales conocidas como coros o bandos de clave, y menciona algunos de los más afamados: el Bando Azul, El Rosedá, El Marino y Los Congos de Angonga.[4] Estos coros se trasladan hacia Sancti Spíritus desde 1894:

allí son conocidos La Yaya, de Juan Echemendía, en las primeras décadas del siglo xx se fundan coros de clave en esta ciudad como el Grano de Oro y el Joven Clave entre otros. De la misma forma que en Trinidad, después de la guerra de 1868, aparece un tipo de coral similar conocida como tonada trinitaria, que luego se extiende a Cienfuegos. Los textos de tonadas reflejan temáticas sociales, religiosas o amorosas.[5]

El texto de Esquenazi [Y1] sitúa la creación de las tonadas hacia 1868, lo cual los ubica veintiséis años antes que los coros de clave en Sancti Spiritus y dieciocho años antes de los habaneros. Tales rangos de tiempo se ven muy incrementados a la luz del documento de Rodríguez Altunaga, donde se registra las tonadas con una formación ya instituida, que recorren las calles de la villa trinitaria hacia 1846: veintidós años antes que la datación de Esquenazi. Ello coloca las tonadas casi medio siglo antes que los coros de clave en Sancti Spíritus, de lo que se deduce que la génesis no está en los coros de clave sino que es fruto de otra corriente en la que habrá que investigar con mayor profundidad en el futuro.

En la propia crónica de Rodríguez Altunaga se hace referencia a dos tonadas, las más antiguas de que se tiene referencia, conocidas como tangos en ese entonces, cuyo texto es:

El tambor que va

delante no lo sabe llevar

el que lleva paso adelante que lo lleve natural.

Cuenten los pasos que aquí se dan.

1, 2 y 3, qué paso más lindo

el de mi bayamés.

Es evidente la semejanza de esta con la conga de salón Uno, dos, tres, inscrita por Rafael Ortiz, Mañungo, muchos años después:

Ay, señor cura,

qué vamos a hacé

si al negro bueno

lo quieren prender.

Yo soy el negrito mandinga,

negrito de tumba y raja,

que con el cuchillo en mano

No le temo a la navaja.

Posteriormente, el compadre de Patricio, Tando Villa, del barrio El Pimpá, creó otro grupo de tonadas integrado por Juan Matamoros, Sixto Lara, Perico Silva, Andrés Pomares, los Berroa, los Castro, Victoria Calderón y Estanislao Altunaga. También en el vecino poblado Condado se constituyó un grupo de tonadas dirigido por Flora Fernández e integrado por Panchita Fernández, María Fernández, Caridad Cantero, Manuel Cantero, Gregorio Hernández y Anastasia Marín.

El lugar de reunión de las tonadas de Patricio era debajo de una ceiba; la de Tando, debajo de una mata de tamarindo; y la de Flora, bajo un árbol de mamoncillo. Estos grupos salían y recorrían las calles, visitaban las casas de personalidades de la época y luego se encontraban en el centro de la ciudad, donde efectuaban sus controversias. Las fechas de sus salidas eran 31 de diciembre; 2 y 3 de febrero, días de la Candelaria y de san Blas, respectivamente; 19 de marzo, día de san José; 20 de mayo, para conmemorar la instauración de la República; y 23 de junio, vísperas de san Juan. Después de pasar la noche en controversias se dirigían a la Barranca del Río, en cuyas aguas se lavaban la cara para seguir la tradición y dejar los malos espíritus recogidos en la calle.

Los conjuntos de tonadas estaban compuestos por un grupo de mulatas y negras elegantemente vestidas, todas con sus mantas de seda china, peinados muy vistosos y una flor en la cabeza, con unas voces y un ritmo muy especial. Los hombres iban todos en guayabera o camisas y pantalones blancos, sombreros de jipi, lacitos en el cuello o con pañuelos anudados con una poja.

A las tonadas también se les llamaba fandango, y su expresión armónica está en el santo celebrao o fiesta de cumpleaños, y en el reto entre barriadas contrincantes; en temas desde el amor, con su presencia insoslayable, hasta la ética. Todo se aúna en la existencia de la comunidad que canta: crónica y emoción, recuento de lo vivido y comentario intencionado de lo que se está viviendo. No faltan las inspiraciones patrióticas.

Las tonadas son una verdadera fuente primigenia de la inagotable cultura popular. El grupo que las interpreta está compuesto por una voz guía; un coro de voces mixtas; tres tambores de cuña llamados quinto, bombo y llamador; una guataca y un güiro.

El 14 de febrero de 1963, con la formación del Conjunto Folklórico de Trinidad, se incluye en esta agrupación a los integrantes de las Tonadas Trinitarias. Así, se organizan estatalmente aunque como aficionados, por mediación del instructor de arte Amador Ramírez González. Con el conjunto participan en varios festivales nacionales de artistas aficionados, sirviéndole de intermedio en sus espectáculos danzarios.

Para el aniversario 500 de la ciudad de Trinidad, en 2014, las autoridades culturales reunificaron a todos los portadores del género que continuaban con vida y activos, para realizar varias actuaciones en el importante festejo. En esa ocasión, Rosa Nibia Marrero Abreu, destacada cantante de la villa, entra en contacto con esta expresión, que ya había conocido años antes y profundizado a través de las investigaciones de Gilberto Medina. Luego del 500 aniversario es invitada por los portadores a formar parte del grupo, en aras de que artistas jóvenes de la ciudad se interesaran por el género y continuaran el legado.

Poco después se decidió otorgarle la dirección del grupo e iniciar la documentación para convertirlo en una agrupación profesional que salvaguardara las tonadas o fandangos. El 12 de noviembre de 2017, en la peña del entonces historiador de la ciudad, Manuel Lagunilla, se constituye con su actual formato, conformado por portadores del género y artistas jóvenes que se han enamorado de la expresión y trabajan cada día por su desarrollo. A partir de ese momento las Tonadas Trinitarias participan asiduamente en todo el amplio movimiento cultural de la ciudad.

El expediente para su profesionalización fue presentado por Alfredo Castro, presidente de la sección de música de la Uneac en Sancti Spíritus, ante el Instituto Cubano de la Música. También expuso su propuesta ante el ministro de Cultura, Alpidio Alonso, en una importante reunión realizada en la provincia, a partir de la cual se motivó el interés por salvaguardar esta joya de la cultura local, regional y nacional. Al poco tiempo, en octubre de 2018, las Tonadas Trinitarias adquirieron su estatus profesional; se integran al Catálogo de la Empresa Provincial de la Música y los espectáculos Musicales Rafael Gómez Mayea, de Sancti Spíritus, en enero de 2019; y, dos años después, en 2021, pasó a ser agrupación protegida.

En estos años la agrupación ha participado en numerosas actividades y presentaciones en Trinidad, Sancti Spíritus, Santiago de Cuba y La Habana. Por ejemplo, en la XIII Bienal de la Habana, en la celebración del aniversario 500 de la capital, en el Festival del Caribe, la Fiesta del Fuego 2022, entre muchos otros. Con el apoyo de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios se grabó un CD, se realizó un videoclip y se trabaja en la conformación del expediente para ser presentado como Patrimonio Inmaterial de la Nación.

Las Tonadas Trinitarias, reducidas, en algún momento, a unas pocas familias defensoras de su cultivo y trasmisión, se encuentran hoy en florecimiento, con mayor reconocimiento social y plena actividad. Reciben el apoyo de Artex, la Empresa Aldaba y otras instituciones culturales de la ciudad, por su trabajo sostenido y caracterizado por la simbiosis entre portadores y nuevos artistas que aprenden y trasmiten a las nuevas generaciones de trinitarios esta joya de nuestra cultura.


[1] Enrique Zayas. «Tonadas y pregones trinitarios». [Inédito, 2022].

[2] Rafael Rodríguez Altunaga. «Intimidades» [Documentos para la historia de Trinidad. Compilación mecanografiada, t. I, 1846, p. 15]. Es interesante aclarar que los tambores mencionados son los tambores yuca, conservados hasta hoy en el cabildo de San Antonio o de los Congos Reales, con sus amarres de doble tensión al estilo carabalí, únicos en Cuba, pues los de otras zonas tienen el parche clavado. Fueron los mismos que Patricio llevó a la manigua y al regreso trajo, recortados, como ya se mencionó.

[3] Tonadas Trinitarias (1974). Dir. Héctor Veitía. https://www.youtube.com/watch?v=Os–Qom3CfI. [Consultado 12 de marzo, 2016].

[4] «Coros de Clave». https://www.ecured.cu/Coros_de_Clave.

[5] Ídem.


 [Y1]Necesito título, editorial, año al menos. Ideal si tuviera las páginas exactas.

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