Actualidades,  Edición Nro. 2 Año 2022

Cantores de Cienfuegos: seis décadas conquistando historia

Alegna Jacomino Ruiz

La trascendencia de la música como actividad social que comprende procesos de comunicación y expresión colectivas se encuentra matizada, entre otras razones, por condicionantes temporales, espaciales y artísticas que apuntan hacia su origen y recorrido histórico.

La historia de la música coral en Cuba va a configurarse, artísticamente, a partir de expresiones vocales herederas de la música criolla. La manifestación extrartística de sus posibilidades de creación e interpretación es el resultado del legado tradicional sobre el cual se funda la nación cubana, plenamente identificada ya en el siglo xix. La evolución mundial de la música coral revela variadas tipologías de esa práctica: coros acompañados por danzas en las ceremonias míticas, cantos colectivos litúrgicos y congregacionales, canciones multitudinarias donde se manifiestan costumbres de etnias y pueblos, así como cantares espontáneos ejecutados por un auditorio a partir del impulso inicial motivado por el cantor solista. Es por ello que se insinúa un fenómeno que pudiera considerarse como lo popular coralizado y lo coral popularizado. Sin embargo, estos son dos momentos generalmente articulados como rostros de una misma moneda, que mantenido concreción en la cultura musical cubana, específicamente, a través del movimiento coral cubano.

Las agrupaciones corales en el siglo xix no rebasaron el marco de la iglesia católica. Sus cantos eran de contenido sacro, en latín, y, combinándose con el órgano, respondían al culto católico. Este aspecto es lo que diferencia el contenido del coro en esa época, en especial, la predilección por la música barroca.

La catedral de Cienfuegos fue el espacio donde surgió, corrigió y perfeccionó el coro local, a partir de la metodología específica para la enseñanza musical desarrollada por el padre Urtiaga. En efecto, la coral cienfueguera surge por iniciativa de Pedro de Urtiaga Alcíbar y Arrechuluaga, quien procedía de Markina, España. Había desembarcado en Cuba el 3 de noviembre de 1922, por el puerto de La Habana.

En la papelería inédita de Florentino Morales —destacado historiador cienfueguero—se plantea que cuando Pedro terminó su preparación sacerdotal profundizó en sus estudios de música, especialmente, en el género coral. Algún tiempo después lo asignaron como maestro de capilla a la catedral de Valparaíso, en Chile, lugar donde comenzó a transmitir sus conocimientos musicales a los interesados en pertenecer al coro del lugar. Luego de creado, llegó a ser el más importante de su clase en la ciudad suramericana.

Al llegar a Cuba, el padre Urtiaga se traslada de inmediato a Cienfuegos, lugar al que había sido designado como maestro de capilla de la catedral.  Al principio comenzó a desempeñarse, además, como organista. Sin embargo, su interés por la música y por su enseñanza, así como por el progreso del arte coral, constituían su gran desvelo. Su vida transcurrió entre la constante lucha por el enaltecimiento de la música y el cumplimiento de sus deberes religiosos.

A Cienfuegos la acogió como su propia tierra nativa y, aunque aparentaba un carácter hosco, un noble corazón escondía los más profundos sentimientos de amor a nuestros semejantes. Los cienfuegueros lo recuerdan como un hombre de voluntad férrea e inextinguible en el que se aunaban todas las virtudes.[1]

Del Coro de la Catedral a la Coral de Cienfuegos[Y1] 

El comienzo real del sueño del Padre Urtiaga ocurrió durante el año 1923, cuando un grupo de dependientes del comercio lo visitaron para manifestarle su deseo de querer cantar en los actos religiosos de la catedral.  La respuesta consistió en que complacería sus deseos si primero estudiaban canto, para lo cual él mismo se ofreció a enseñarlos. El grupo aceptó.

A partir de entonces, se incrementó el número de los alumnos con muchachos de la calle, entre los cuales se encontraban vecinos de los más diversos orígenes y ocupaciones: vendedores de periódicos, limpiabotas, todos procedentes de las capas más humildes de la población. Poco a poco los ensayos se convirtieron en habituales y necesarios. Al grupo inicial fueron incorporándose nuevos jóvenes para beneplácito del padre Urtiaga, en cuya sangre ardía el ideal de la propagación de la música coral.

En sus inicios en el coro solo había hombres, por ello, las voces blancas eran las que hacían los muchachos tiples. Hacia 1924 el coro estaba integrado por veinticinco voces. Tres años más tarde se interpretaban en la catedral obras corales, algunas con acompañamiento del órgano; otras solo a viva voz, a capella. Entre los principales autores interpretados se encontraban: Victoria Paled, Trina de Lassus y Händel. Se llamaba entonces Coro de la Catedral.

Las presentaciones del coro se hicieron más frecuentes. El 26 de octubre de 1929, con motivo del regreso a Roma del monseñor Valentín Zubizarreta administrador apostólico de la diócesis de Cienfuegos, se le ofreció un homenaje lírico literario en el patio central del colegio Montserrat de los padres jesuitas. El homenaje fue patrocinado por los Caballeros de Colón. El programa desarrollado en esa ocasión contó con obras de Palestrina, Eslava, Mariconi, Ravanello, Almandoz y Remoldi, entre otros.

Esa memorable actuación fue la primera presentación pública del coro fuera del recinto catedrático. Sin embargo, lo que le dio rango nacional fue que aquella noche se presentó con cerca de ochenta voces, entre ellas, muchas femeninas, pues hasta entonces lo habían integrado solamente hombres y niños. Era la primera vez que en Cuba un coro de aficionados mostraba una refinada estética.

Una coral de igual categoría, fundada en La Habana por María Muñoz de Quevedo, se había fundado en 1931: dos años después de este primer concierto público de la coral cienfueguera. Algunos de los jóvenes enseñados por el padre Urtiaga fueron de los primeros alumnos que ingresaron después en la coral de La Habana, entre ellos, Manuel Arias —más tarde tenor de la catedral San Patricio en Nueva York—, Wilfredo O´Bourke, Mario Mestre y José Rovira.

La primera presentación de la coral cienfueguera en un teatro se realizó el sábado 21 de junio de 1930, en el Terry, con motivo de la fiesta de la música, del baile y de la canción. Entre las obras presentadas estuvieron El crepúsculo de Eslava, a cuatro voces de hombres, y Boga boga, canción popular vasca, armonizada a cinco voces de hombres y con un solo de tiple por María Emilia Martí. Algunos miembros de la coral también se presentaron de manera individual en números adicionales, entre ellos: Oscar García Celhay y Armando Enríquez. Ese día hacía gala de su presencia José Manuel Vázquez.

El coro arrasó y, a pesar de los constantes vítores y ovaciones del público, el padre Urtiaga nunca salió al escenario, muestra de su modestia. En uno de los escritos publicados en La Correspondencia, Sanduarsedo planteaba que:

era un sacerdote piadoso y comprensivo y un artista pleno de inspiración y desinterés, no hizo de su profesión un vulgar motivo de especulaciones; al contrario: lo dio todo, —energías, ahorros, ideales— para lo que para él era uno de sus más caros empeños: el coro de la catedral.[2]

La coral transitó por una época en la que sufrió ciertas transformaciones que hicieron peligrar su estabilidad. Fueron los inicios de la década del treinta cuando el padre Urtiaga realizó un viaje a su pueblo natal para ver a su familia y descansar. A su regreso en 1932, el coro —en su ausencia— ya había tomado el nombre de Sociedad Lírico Literaria Schola Cantorum de Cienfuegos. Entonces, además de canto se hizo teatro y variedades, sin abandonar nunca las actividades en beneficio de la catedral. Con el nuevo nombre, la coral se presentó en el Terry el 10 de junio de 1933. Desarrollaron un programa de música selecta con arias de óperas famosas como Tosca, de Puccini, y Rigoletto y La fuerza del destino, de Verdi.

Para 1940 la coral se presenta en la velada de clausura del I Congreso Eucarístico Diocesano que tuvo lugar el 7 de enero en el Terry. En esa ocasión se presentan con otro nombre, el de Orfeón de Cienfuegos, preparado por el padre Urtiaga. Se destacó en esta actuación la soprano cienfueguera Gladys Romeney, quien años más tarde se presentaría en el Metropolitan Opera House, de New York.

Con motivo del aniversario 121 de la ciudad de Cienfuegos, el 22 de abril, se realizó una conmemoración especial. La primera parte del programa comenzó con el Himno a Cienfuegos de Atanacio Rivero, cuyo arreglo musical estuvo a cargo de José Mauri. Este himno había sido premiado el 1ro de marzo de 1919 con motivo del centenario de la ciudad. En aquel entonces formaron parte del jurado calificador los señores Vicente Sánchez Torralbas, Enrique Bordas y Agustín Sánchez y fue donado [Y2] por el excelentísimo señor don Esteban Cacicedo a la ciudad de Cienfuegos. La segunda parte contó con las piezas Golondrina, de F. I. Breitenbach, poesía [Y3] de T. Grossi a cuatro voces mixta; Leyenda, de P. Chaikoswki, a cuatro voces mixtas; Canto folclórico cosaco y Danza Folclórica Húngara, con arreglos de William E. Haesche, a cuatro voces mixtas, y esta última, con versión en español y bajo la dirección del M. A. Portuondo Pbro[Y4] . Fungió como maestro el padre Urtiaga y como vicemaestro el señor Osvaldo Alén.

Al año siguiente, el 23 de noviembre, en honor de Santa Cecilia, la patrona de los músicos, se interpretaron obras religiosas de Palestrina, Vittoria, Perosi y Händel.

Hacia 1942, el Coro de la Catedral vuelve a cambiar su nombre a partir de los formatos de voces que utilizaba el padre Urtiaga. Adopta definitivamente el nombre de Coral de Cienfuegos. Su estreno se realizó con un concierto en el Club Artes Musical de Santa Clara. Fue tal el éxito obtenido en esta actuación que el doctor Agustín Jover planteó:

El O Salutaris a voces viriles, de Perosi, fue dicho con un gusto tal que aún saboreamos al escribir estas cuartillas y la balada Copos de nieve de Girosa volvió a conquistar el aplauso entusiasmado de un auditorio en extremo complacido […] Magnífico equilibrio entre todas las cuerdas, afinación casi profeta [perfecta], respuesta adecuada a la dirección, sentido de la musicalidad […] Recordamos su feliz labor traduciendo el hondo misticismo español del Ave María de Victoria, su bien logrado honomatopeyismo [sic] de Las campanas, su expresión sincerísima y bien situada en las dolorosas frases de O Salutaris y su ponderada cubanidad de la obra de White La Bella Cubana donde los bajos lograron una realización desacostumbrada aún en los buenos coros.[3]

La Coral de Cienfuegos. Repertorios y escenarios[Y5] 

Durante los años siguientes, las actuaciones del coro se mantuvieron dentro de la catedral con repertorios y formatos similares a los antecedidos por otras generaciones. Entre 1944 y 1947, la coral aparece como una agrupación cultural de importancia dentro de la música cienfueguera, garantizada por la gratitud de sus estudios, la participación de los diferentes sectores sociales, la pedagogía y la conducta de su director. Esta última posibilitaba la sistematicidad y el mantenimiento de sus actuaciones.

Es válido señalar la actuación patrocinada por la Sociedad Proarte y Ciencias el 28 de mayo de 1944 en el teatro Tomás Terry. El 24 de septiembre de ese año la coral vuelve a presentarse en este teatro y bajo el mismo patrocinio. En el comienzo de esta última actuación el crítico musical Edgardo Martín —hijo de Delia Cantero, fundadora de la Sociedad Proarte y Ciencias— pronunció unas palabras. Dos días después, en su sección Música, el periódico El Mundo, publicaba:

Nos estaba reservada una sorpresa: la actuación de la Coral de Cienfuegos, dirigida por el padre Urtiaga, organista de la catedral y fundador de la coral, sorpresa no por incluirse en el programa en el último instante como por la calidad artística [a] que ha llegado esta dignísima institución. […] Con su interesante y variado programa la coral de Cienfuegos mostró virtudes muy estimables… Me sorprendió muy gratamente la afinación, buen gusto y sentido interpretativo de que dieron muestra los jóvenes y muchachas que integran este coro.[4]

Por otra parte, Francisco Ichaso, que en aquel entonces se desempeñaba como director de Relaciones Culturales del Ministerio de Estado, comentaba que esta fiesta le había dado la oportunidad de conocer y aplaudir a la Coral de Cienfuegos que, con tanta pericia como entusiasmo dirigía el padre Urtiaga. Planteaba que con su fibra bastaba; que era fibra especialmente constituida para el canto, y afirmaba que él había logrado unir un buen número de voces en un empeño de mucha ambición estética y de no menos importancia cívica y ética.[5]

El 18 de noviembre la coral realizó la primera salida fuera de la provincia hacia la cercana Santa Clara. El concierto tuvo lugar en el teatro La Caridad y fue auspiciado por el Club de Arte Musical. Tal fue el éxito que el 27 de febrero del siguiente año, 1945, volvieron a actuar en ese teatro. A su regreso a Cienfuegos, y otra vez con motivo del aniversario de la fundación de la ciudad, el 22 de abril de 1945, la coral fue incluida en la segunda parte del programa con música selecta. Esta celebración tuvo lugar en el Ateneo. Con antelación se había realizado la sesión solemne donde le fue impuesta al reverendo Urtiaga la medalla de la institución, por haberse distinguido dentro del año en la elevación del rango artístico de la ciudad a través de la actuación destacadísima de la coral.

Las actuaciones se hacían cada vez más frecuentes, el 15 de junio la coral ofreció un concierto en el Liceo de Cienfuegos con motivo de la celebración del sexagésimo aniversario de su fundación. Interpretaron obras de Beethoven, Schumann, White, entre otras obras selectas. De este concierto el crítico Luis de Insausti planteó: «la coral se adueñó del público […] aplaudimos al maestro Urtiaga por su gran tenacidad para modelar las voces de la coral. Esa noche ese magnífico coro nos hizo sentir y gozar».[6]

Veinticuatro días más tarde se presentaron en una velada en el Terry, cuyo programa estaba compuesto por La Bella Cubana, de White; Cosita blanca, de Torralba; Estrellita, de Ponce; Amor y sufrir, de Jordán, y Las campanas, de Leontovich. Al año siguiente se presentaron otra vez en el Terry en los meses de abril y diciembre de 1946, en esta última ocasión, debido a la celebración de las bodas de plata de los Caballeros de Colón.

La primera Fiesta de Villancicos de la Coral se efectuó en el teatro Luisa el 5 de enero de 1947. En el programa no faltó la mítica Noche de paz. Según Bienvenido Rumbaut, este concierto de villancicos resultó el de mayor agrado del numeroso público concurrente. La coral contaba por entonces con ochenta voces y tuvo que repetir varias obras por los aplausos del público.[7]

La coral retornó a Santa Clara para participar en el acto de graduación del curso 1946-1947, en el teatro La Caridad, el 25 de junio de 1947. Al año siguiente se presentaron en una audición privada en homenaje a la Dra. Paula Coll Núñez y acompañantes, en el local de los Caballeros de Colón; para Navidad, en la Fiesta de Villancicos en el teatro Luisa.

El 20 de abril de 1949 se entregó al alcalde el certifico del acuerdo tomado por el ayuntamiento para nombrar Hijo Adoptivo al reverendo padre Pedro de Urtiaga, firmado el 18 de marzo de ese año. Diez días después este acuerdo fue aprobado por el alcalde y se le entregó el título, impreso en pergamino acreditativo, el 20 de mayo de 1949 a las 11:30 a. m., en la celebración por el aniversario 470 del establecimiento de la República. En la fundamentación de la condición se destacaba su larga residencia en Cienfuegos y sus servicios destacados a la comunidad a través de la Coral de Cienfuegos, que dio a la ciudad un rango nacional en el arte musical. El padre Urtiaga, además de maestro, fue compositor y arreglista. Todas las interpretaciones realizadas por la coral fueron arregladas, montadas, ensayadas y dirigidas por él mismo.

Una prueba concluyente del arraigo a Cuba y especialmente a Cienfuegos del reverendo padre Urtiaga, es que el 11 de junio de 1952 renunció a la ciudadanía española y optó por la cubana. Ese mismo año le fue concedido el título correspondiente como cubano. A los pocos días, Pío XII nombra a Urtiaga, a petición de monseñor Eduardo Martínez Dalmau, su camarero secreto el 29 de junio, por sus actividades eclesiásticas, por ello la coral le ofreció un homenaje de gratitud con un almuerzo en el Club Asturiano y una misa cantada en la catedral.

La coral ya no solo realizaba conciertos de música clásica o culta, ahora se probaba en diferentes géneros de la música popular. Había colaborado, por ejemplo, en el concierto popular efectuado el 9 de enero de 1950 en el teatro Luisa, en combinación con Mercedes González Cano. El 1ro de junio de 1952, patrocinado por la Sociedad Proartes y Ciencias, presentan otro concierto de música popular cubana en el teatro Luisa, con números de Torralba, Villalón, Cavas, Sánchez de Fuentes, Lecuona, Simons, Anckermann, White. Fueron varias las funciones producidas en este período en forma de conciertos y fiestas a través de las diferentes vías y formas. Representando combinaciones de voces en formatos de cuatro a seis, magistralmente combinadas, predominando la seguridad en el ejercicio musical, otra tendencia utilizada en otras agrupaciones corales y medida de éxito de sus actuaciones.

Se destacaron por su calidad y organización artística las veladas organizadas por Pro Arte y Ciencias, en el Teatro Tomás Terry y el Liceo de Cienfuegos, la Sociedad Caballero de Colón, las cuales le ayudaron logísticamente, ampararon y cubrieron, sistemáticamente, necesidades de esta agrupación. En este período la Coral de Cienfuegos no era tanto una sociedad organizada ni estructurada; no tenía presupuesto, socios, protectores, ni local. Casi siempre los Caballeros de Colón, el ayuntamiento o la propia catedral se prestaban para los ensayos, pero su prestigio y alcance social exigía la creación de una organización que la oficializara y la reconociera como una institución cultural.

De Cienfuegos a la arena nacional[Y6] 

En 1952 la coral adopta una estructura social mucho más amplia dentro del género musical y compositivo al reconocerse como Asociación Coral de Cienfuegos, con un espectro genérico desde el canto sacro a las melodías populares. La polifonía empieza a jugar un papel de importancia a partir de una disposición y una estructura vocal ya practicadas anteriormente y con éxito, poseía un estilo fácil y asequible producto de la obra pedagógica del padre Urtiaga. De esta manera la coral de Cienfuegos surgía oficialmente como una institución cultural, sobre la base de una tradición coral vanguardista, donde la figura de Urtiaga, su sacrificio y su batuta constituían la fuente directriz y su núcleo principal.

A inicios de la década del cincuenta del pasado siglo xx se comienza a percibir una apertura en cuanto a la variedad de presentaciones, lo mismo se podía encontrar la coral en la apertura de la XVI Convención Nacional de Leones, que en las que serían sus primeras actuaciones en la radio y la televisión, en los programas Fiesta en el aire de la CMQ radio y en El carrusel de la sorpresa, en la CMQ Televisión. Las presentaciones no les faltaban. Eran invitados por distintas provincias, clubes, sociedades. Como ya era habitual, participan el 22 de abril de 1956 en un aniversario más de la ciudad, en el Ateneo.

Entre los años 1952 y 1959 la coral alcanza el auge como institución musical. Las presentaciones fundamentales en Cienfuegos las realiza en los teatros Luisa y Tomás Terry, programando actuaciones de fiestas religiosas, saludos, conmemoraciones sociales e históricas, actos cívicos públicos y culturales e, incluso, acontecimientos históricos o inauguraciones de monumentos locales y regionales, como es el caso del dedicado a las víctimas del Mambí y en la inauguración de obras públicas como la Fuente Luminosa. Se relacionaron también con instituciones educacionales.

El éxito no solo fue regional sino nacional. Sus presentaciones en Santa Clara, La Habana, Santiago de Cuba y Camagüey fueron gratamente acogidas y la crítica especializada valoró con los mejores calificativos sus actuaciones. Sin embargo, su centro principal de actuaciones fue la Catedral de Cienfuegos.

Tras el triunfo de la Revolución no desapareció la tradición de la música coral en Cienfuegos, a pesar de las profundas transformaciones ocurridas en la catedral luego de los acontecimientos en los se vio involucrado monseñor Eduardo Martínez Dalmau, obispo de Cienfuegos hasta 1959.  Sin embargo, en los años iniciales de la década del sesenta, el coro, atendiendo a condiciones objetivas y subjetivas especiales, comienza a perder terreno en el contexto cultural de la ciudad de Cienfuegos. Esta situación se debió a que era considerado una institución de élite, que respondía a gustos burgueses y que, además, se había formado y desarrollado en el seno de la iglesia católica, la cual había asumido una posición reaccionaria en el proceso revolucionario.

Otro factor determinante fue el hecho de que no existía un público preparado ni educado para el disfrute estético de la música coral de una forma masiva. Esto contribuyó a cierto asilamiento y empobrecimiento en la programación de presentaciones durante toda la década del sesenta.  No obstante, se convierte luego en una institución cultural pública como consecuencia de las transformaciones que al inicio de la Revolución se llevaron a cabo.

El 23 de marzo de 1962, bajo la dirección de Norma Faxas, importante cantora, compositora, arreglista y directora, la coral pasó a denominarse Cantores de Cienfuegos, por orden del Consejo Nacional de Cultura. Se mantiene con ese nombre hasta los años que transcurren del siglo xxi. Norma Faxas mantuvo la tradición educativa, de repertorio y organizacional que legara el padre Urtiaga. El maestro, quien primero estableció la música coral en Cuba y quien determinó la formación y el desarrollo de la Coral cienfueguera durante los años prerrevolucionarios, había tenido que partir a su pueblo natal, Markina, debido a adversas circunstancias. Allí falleció el 7 de febrero de 1970.

Ante esta situación, los integrantes del coro se trazaron como meta revalorar la música coral dentro del nuevo proceso social. A esta tarea se dedicaron varios cantores y formadores de voces de carácter empírico, como es el caso de Lutgarda Ordext e Irma Serrano. Este proceso de socialización se centró en la programación, no solo en las instituciones culturales sino en centros de trabajo, de estudio, en la biblioteca provincial, en los cines, lo que permitía una gran interacción con la sociedad cienfueguera de la época.  A partir de este momento pasaron por la directiva del coro varios integrantes que trabajaron en aras de elevar la calidad de la agrupación y de hacerla sentir en la vida artística de la provincia.

A finales de la década del setenta se experimenta una reanimación en las presentaciones de los Cantores de Cienfuegos. La dirección de Cultura promovía muchas en los centros de trabajo para cumplir el plan de actividades mensuales. Las voces de la coral se escucharon en tabaquerías, tiendas de ropa, policlínicos, escuelas, círculos infantiles; se insertaba el coro en actividades agrícolas como la recogida de café, en el Escambray, y por la noche ofrecían conciertos de música cubana a los campesinos, en la recogida de tomates en campamentos escolares.

El destacado director de coros Andrés Arriaza le imprimió una nueva dinámica al trabajo coral, caracterizada por la excelencia técnica y la disciplina artística. Estos elementos se evidenciaron en una nueva forma de presentar y actuar la música coral: «unía el coro con coros de niños de la escuela de música. Incorporaba guitarra y piano en los conciertos y se apoyaba mucho en los solistas. El coro, para Andrés, era un espectáculo».[8]

La década del ochenta se caracterizó por la inestabilidad en la directiva de Cantores de Cienfuegos, lo que representó numerosos altibajos en su desarrollo. Este hecho coincidió también con la implementación de la Ley de las Diez Instituciones Básicas, en la cual —sin un previo diagnóstico sociocultural y primando la verticalidad en la gestión cultural— se orientó la formación de coros en todos los municipios. Esta nueva misión la asumieron los miembros del coro. Se envió a dos o más cantores de cada cuerda a los municipios para formar coros y montar obras cubanas sencillas, hasta que cada municipio seleccionara una persona que dirigiera su propia agrupación. Se realizaron festivales de coros adultos en el Teatro Tomás Terry. Las veladas culminaban con rondas alrededor del parque José Martí, cantando todos juntos.

Durante estos años se presentan problemáticas objetivas que frenan el logro de la imagen institucional del coro. Algunas de ellas son la inexistencia de un local propio para realizar actividades, tanto ensayos como peñas; inexistencia de una infraestructura para ensayar por cuerdas; inexistencia de archivos documentales y musicales, y la despreocupación por parte de las instituciones rectoras de la cultura para resolver estos problemas. Comenzó una etapa de desequilibrio organizacional que provocó la inestabilidad de directores y cantores, así como la desorganización sistemática del trabajo en la perspectiva de la institución, para planificar y programar sus actividades. 

A finales de la década del ochenta y principios de 1990 se le comienza a dar fuerza institucional al coro desde el punto de vista material y en la programación de actividades. Cantores de Cienfuegos se da a conocer a nivel nacional mediante la participación en los festivales de coros de Santiago de Cuba, así como en las numerosas giras nacionales que realiza en esta etapa.

Los éxitos obtenidos por Cantores de Cienfuegos en la década del noventa, pasando por las direcciones de Antonia López, Ained Marín y Milyedys Oropesa, sobrepasan tanto los marcos nacionales como los internacionales. Se destacan los lauros en los festivales de coros de Santiago de Cuba, el segundo lugar en el Concurso de Habaneras y Polifonías de Torrevieja (España, 1998), el primer premio del jurado en el Festival de coros de Montreux (Suiza, 2000), y varias presentaciones en Francia y nuevamente en Suiza, en 2001. Conjuntamente con el trabajo coral de adultos, prolifera y cobra fuerza el movimiento de cantorías, que abarca todas las escuelas primarias, secundarias y de enseñanza especial.

Cantores de Cienfuegos ha compartido escenario con numerosas agrupaciones cubanas como: Coro Exaudi, Coro Nacional de Cuba, Schola Cantorum Coralina, Ensemble Vocal Luna, Orquesta Sinfónica Nacional, Orquesta Juvenil del ISA y del Lyceum Mozarteum de La Habana. Igualmente, se ha presentado junto a relevantes figuras de nuestra cultura como: Frank Fernández, Augusto Enríquez y Bárbara Llanes. Entre las agrupaciones extranjeras han compartido escena con los Maestros Casanovas, de España; Madrigal Singers, de Filipinas; Coro Capella del Museo del Kremlim, Rusia; Cantabile Choir, de Canadá; Ragazzi Boys, de California, Voices from the Heart, de New Hampshire; Triangle, de Carolina del Norte;  Mirinesse Womens’Choir, de Washington, y la Orquesta de Cámara Sinfonietta, de Seattle; también los estadounidenses The Seattle Peace Choir y The Morgan State University Choir; el coro Ellerhein Girls, de Estonia, y el Wah Yan College Kowloon Boys’Choir, de Hong Kong.

El coro de Cienfuegos ha grabado varios álbumes, los cuales han sido nominados y premiados en diversos eventos Cubadisco. El último, Cantar de Cantores (2012), es muestra de ello. Además, realizó un material audiovisual y un promocional titulado Vocis Orbis (2014), de producción independiente, que reflejan parte de la historia y la vida cotidiana del coro, y registran una selección de conciertos en vivo que exponen lo mejor de su amplio y versátil repertorio.

Cantores de Cienfuegos fue la agrupación coral seleccionada por sus resultados para la grabación del CD con los poemas de Antonio Guerrero junto a los más importantes exponentes de la trova cubana tales como: Lázaro García, Sara González, Silvio Rodríguez, Vicente Feliú, Kiki Corona, etcétera.

Por su excelencia artística han recibido importantes honores de la cultura cubana como la Bandera Héroes del Moncada; la Orden 26 de Julio; el premio a la Excelencia Artística de la Música de Concierto, en varios eventos Cubadisco, junto a las más relevantes distinciones de la cultura cienfueguera como: El Mambí Sureño, La Roseta de la Ciudad y el Premio Jagua; y otras internacionales como la llave de la ciudad de Great Falls, en Montana, Estados Unidos, en 2016.

Cantores de Cienfuegos: tradición y renovación[Y7] 

A partir de 2010 y hasta la actualidad, Cantores de Cienfuegos se encuentra bajo la dirección de la maestra Honey Moreira, quien se caracteriza por un estilo de la música y el arte coral renovados. Moreira combina, desde la variedad del repertorio, su interpretación de elevado nivel artístico y frescura al mismo tiempo, hasta la incorporación de elementos como la gestualidad, la teatralidad, las coreografías; todos asumidos de manera apropiada y original, para alcanzar una combinación armónica y de buen gusto en la ejecución. La interpretación se asume no como concierto, sino más bien como espectáculo.

Esta peculiaridad le confiere a mayor valor artístico; distingue y otorga un sello propio a la agrupación en relación con otros coros del país y del mundo. Así, se ha perfeccionado a los máximos niveles de excelencia. Arribar a estos sesenta años, significa, ante todo, el compromiso de perpetuar y seguir consolidando la música coral en Cuba desde una de las instituciones de este tipo más antiguas y prestigiosas del país.

Las seis primeras décadas de los Cantores de Cienfuegoshan demostrado la rica historia que continúa exhibiendo la música cienfueguera. El coro se fortalece a partir de la entrada de nuevas generaciones y una dirección sumamente consolidada y preparada. Recordar los orígenes de fundación bajo la dirección del padre Urtiaga demuestra la perseverancia y el rigor con que fue formada, desde sus inicios, esta institución musical, primera de su tipo en Cuba.


[1] Florentino Morales (1990). «La cultura en Cienfuegos». [Documento inédito]. Museo Histórico Provincial de Cienfuegos, p. 4.

[2] Sanduarsedo. «Sección Apuntes al vuelo», La Correspondencia, 12 de mayo de 1931, p. 3.

[3] Florentino Morales. Ob. cit., p. 4.

[4] Florentino Morales. Ob. cit.

[5] Ídem.

[6] Ídem.

[7] Ídem.

[8] Ídem.


 [Y1]propuesta

 [Y2]qué se donó? No queda claro.

 [Y3]Esto es otro título???

 [Y4]Presbítero??

Pbro. M. A. Portuondo

 [Y5]propuesta

 [Y6]propuesta

 [Y7]propuesta

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