Edición Nro. 0 Año 2020,  Partitura

Partitura musical

Erick González Bello

 

Las Parrandas que se realizan en el centro de Cuba —merecedoras de la condición de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad desde 2018— han desarrollado varias formas y formatos en su expresión musical. Entre ellas las más conocidas son los repiques y bungas (formadas por idiófonos como: rejas, cencerros, gangarrias, alcahuetes y atamboras), los changüíes (modalidad músico-danzaria con representación socio-grupal, versos pareados en forma de cuartetas, en los que predomina un solo estribillo y cuyos textos reflejan hechos cotidianos-satíricos con un léxico sencillo), las congas (semejantes a las de los carnavales cubanos) y los piquetes parranderos —propios de la ciudad de Remedios.

Surgidas durante el último cuarto del siglo xix, estas últimas son herencia de los piquetes que, junto a los circos ambulantes que recorrían el país, interpretaban danzas, danzones, pasodobles y rumbas.

La nueva agrupación —con un carácter traslaticio— redobló cada uno de los instrumentos que intervenían en el tradicional piquete para que su música se escuchase fácilmente en la multitud y eliminó de su sonoridad el güiro o el guayo. El piquete parrandero quedó conformado por dos trompetas, dos trombones, dos clarinetes, un bombardino y una paila.

A comienzos de 1880 se componen las polcas de ambos barrios por los remedianos de origen africano Laudelino Quintero (El Carmen) y Perico Morales (San Salvador).

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