Longina y Caturla en 2020
Laura Seco Pacheco
El 2020 será recordado como el año de la pandemia que condenó a la humanidad a recluirse dentro de sus hogares. El arte y los artistas sufrieron un duro golpe al separarse de su público, del cual son deudores. Pero antes de que el virus invadiera todos los rincones del planeta, los villaclareños pudieron disfrutar de dos eventos que no por habituales pierden el encanto y el derroche de talentos: el Encuentro Nacional de Trovadores «Longina canta a Corona» y el Festival Nacional de Música de Concierto «A Tempo con Caturla».
El Grupo de Experimentación Sonora del Icaic en el Longina
Cada año, la elección del tema o autor que centrará el Longina supone una apuesta arriesgada por parte del comité organizador. Cumplir las expectativas de un público tan exigente como el que llega a Santa Clara en enero amerita mucha dedicación y talento.
Este año la Trovuntivitis, principal organizadora del evento, seleccionó un clásico de la Nueva Trova cubana con origen en el seno del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic): su Grupo de Experimentación Sonora (GESI), artífice de un antes y un después dentro de la música y la cultura cubanas.
Fueron cuatro noches de buena música y mejores amigos, de risas y vinos, de insomnios acumulados, de sorpresas y las infaltables ojeras de los trovadictos, de encuentros y desencuentros. Aunque el sentimiento general agradece tan buen festival, resulta necesario acotar que no todo salió «a pedir de boca», y muchos fueron los cambios de última hora que, si no molestaron, por lo menos confundieron al público.
Poquísimos conciertos salieron a la hora programada, algunos debido a la constante lluvia nocturna que se negaba a abandonar el evento; otros, a problemas organizativos, pues una vez que una actividad comienza a deshora resulta casi imposible retomar el programa tal como estaba concebido.
Otras de las situaciones que empañaron la imagen del encuentro fueron las cancelaciones de artistas previstos, luego de que se anunciaran y promocionaran por distintos medios. Afortunadamente, estos espacios pudieron ser cubiertos por viejos amigos de la casa que, sin formalismos, aceptaron presentarse y compartir con los longineros. Ese fue el caso de los trovadores Erick Méndez y Tony Ávila, siempre dispuestos a compartir su obra en tierras pilongas.
La preinauguración de La Luna Naranja, espacio que, sin formalismos y con condiciones mínimas, sirvió de refugio ante las inclemencias del tiempo y demostró su valía como centro cultural, estuvo entre los imprevistos más agradables y menos esperados.
Entre los invitados de lujo destacaron Alejandro García Virulo, después de veintitrés años sin llegarse hasta Santa Clara, y Haydée Milanés, quien llenó el teatro La Caridad en la noche del sábado. Otros que también deleitaron al público fueron Pedro Pastor y Los Locos Descalzos (si puede llamárseles así ante al deleite que significó cada una de sus presentaciones). Esos músicos españoles pusieron a bailar y reflexionar a los santaclareños con canciones que beben de diversas fuentes del folclor latinoamericano.
Rosalía León, Darío Parga, Tobias Thiele y Nicolás Miquea también regalaron conciertos espectaculares, y demostraron que la selección de los invitados al Longina siempre resulta minuciosa y bien justificada por una obra artística de valor.
No cabe duda de que fue un buen festival, en especial por la calidad de las propuestas y el empeño de la Trovuntivitis, siempre tras bambalinas, para que no fallaran los espacios; pero mejorar debe convertirse en la palabra de orden para los próximos encuentros.
Parque El Carmen, piedra angular en el Caturla
El 10 de marzo se confirmaban los primeros casos del nuevo coronavirus en Cuba. El día 8 cerraba el Festival de Música de Cámara «A tempo con Caturla» con un concierto que puso la piel de gallina a más de uno: Síntesis se unía a la Sinfónica de Villa Clara.
Este fue el punto final de un evento que tomó los rincones de la provincia en su afán constante de reivindicar la importancia de la música instrumental no solo en Villa Clara, sino en todo el país y en el mundo. Por primera vez, y con gran acierto, el parque El Carmen, sitio fundacional de la ciudad, fue el centro de este y varios conciertos.
Con el homenaje a Alejandro García Caturla, el evento recibió como invitado de honor, en esta ocasión, a Joaquín Betancourt, Premio Nacional de Música 2019 y Maestro de Juventudes de la Asociación Hermanos Saíz (AHS).
Dentro de los momentos más memorables del festival se encuentran la presentación del maestro Betancourt y su joven jazz band; así como el maestro Adel González, acompañado del bajista Lázaro Fino Rivero y el trompetista Julio Padrón, y el concierto de la pianista María del Henar, con la agrupación Raptus Ensemble.
Exponentes de todas las regiones del país participaron en las tres jornadas donde fue perenne —y prioridad— el intercambio con los públicos. De esta forma tocaron, en tierra villaclareña, los cuartetos Vivace y Confluencias, de La Habana y Santiago de Cuba, respectivamente; la Orquesta de Flautas Diadema, de Cienfuegos; y la Camerata Éxtasis, junto a otros conjuntos.
Entre los representantes del patio estuvieron el conjunto de música antigua Ars Nova, la soprano Taimí García, el coro AudiNos, la pianista Annia Castillo, la Orquesta de Guitarras Entre Cuerdas, y la novísima agrupación femenina FolkClass, dirigida por Nubia González.
Tanto el Longina como el Caturla han quedado como un recuerdo agradable.