Cinco cantos de raíz africana recogidos en el centro de Cuba
Annia Beatriz Castillo Molinet
En la isla de Cuba se visualizan las raíces de la cultura conga, establecidas con el tiempo y de generación en generación. En los cabildos se atesoran prácticas auténticas que responden a costumbres y enseñanzas de ancestros. Esta característica propicia que cada ritual o manifestación conserve la tradición heredada de las prácticas sociales y mágico religiosas.
Los registros de campo que abordamos pertenecen a distintas localidades de Las Villas, ellos son Placetas y Sagua la Grande (Villa Clara), Lajas (Cienfuegos) y Trinidad (Sancti Spíritus). Conforman, en cada caso, una muestra que representa costumbres y saberes heredados. Sus cantos de trabajo, celebraciones festivas y diversos rituales nos permiten apreciar cómo la música está fuertemente vinculada al rito religioso y a la vida diaria de sus practicantes.
Los cantos, protagonistas y vehículos de la mayoría de acciones de esta práctica, se caracterizan por ser responsoriales y por la alternancia habitual y necesaria de un solista con el coro, puesto que resulta ser quien guía todo el proceso. Además, el coro y el acompañamiento de la percusión se conjugan armónicamente en la ejecución de los cantos.
Nos hemos concentrado en la música de registros de campo realizados en la región central en dos últimas décadas del siglo xx, como parte de estudios sobre el competente etnolingüístico bantú en el español de Cuba, desarrollados por la Dra. Gema Valdés Acosta. La intención, al escuchar y transcribir estos cantos, es contribuir al registro documental de lo que escuchamos en el archivo sonoro.
Se trata de fragmentos de cantos desarrollados durante ciertos rituales; por lo que se aprecia, el final no está claramente determinado pues quedan inconclusos. Esto está dado por el propio carácter de estas prácticas, que, al estar vinculadas a la danza y al rito, dependen de una acción que ocurre simultáneamente al canto y cuyo final dependerá del contexto. Considerando las particularidades de estas prácticas, el proceso de transcripción se desarrolló a partir de los criterios generales el no establecimiento de tonalidad, dado el origen no occidental de estas expresiones; la normalización de la afinación y la métrica, pues la altura de los sonidos y el tono en melodías pueden variar dentro de una muestra por disímiles razones —timbre de la voz líder y de los que hacen coros, intención y énfasis en la acción realizada en el momento del canto, improvisaciones del solista para enfatizar determinadas intenciones—; la especificación del compás, ya que generalmente el ritmo y el pulso son los elementos fundamentales en estas muestras; y el empleo de la doble barra de repetición para organizar y resumir la partitura, puesto que en estas manifestaciones musicales las repeticiones se producen en número irregular, en consecuencia con la acción y la intención del canto.
Finalmente, el registro documental realizado corresponde a:
Un canto de makuta (Placetas), que Teodoro Díaz Fabelo, en el Diccionario de la lengua conga residual en Cuba define como: «conjunto musical, canto y danza para divertirse». Este mambo es presentado por el solista, el coro responde cada final de frase en respuesta que reafirma la intención de la entonación.
Canto con bandera (Lajas). Este registro sonoro está representado por una mujer solista y un coro, igualmente, de voces de mujeres. Su estructura contiene cinco mambos, en alternancia del solista con el coro. Los cambios de uno a otro y las repeticiones responden a la acción que sucede simultáneamente a la música.
Canto de maniseros (Sagua). Al parecer, este registro es solo un segmento de un canto que se realiza para ritual. Se repite indefinidamente el mismo mambo, alternando el guía con el coro.
Un registro perteneciente al palenque de los Congos Reales (Trinidad), que reproduce la festividad del antiguo palenque. La primera sección es enérgica y tiene una forma binaria que se repite; en la segunda sección ocurre un cambio de compás y de tempo, es más pausada.
Canto de trabajo (Placetas). En este caso, el fraseo es libre, conversacional y declamatorio. La línea melódica se realiza según el rezo de salutación que realiza quien lo canta. Al final del rezo, que sucede a modo de improvisación, comienza la alternancia con el coro en una frase corta repetida indefinidamente. No fue posible determinar el final del rito pues el registro sonoro no lo recoge íntegramente.