Dossier
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Catalina Berroa al compás de su biografía
Osneidy León Bermúdez Ana Margarita Gómez Rodríguez Al morir Catalina Berroa (1849-1911) nada dispuso sobre su cuerpo. Dejó en testamento[1] sus casas, entre ellas, la ubicada todavía hoy en la calle Chinquinquirá, Trinidad, memorable por cobijar las conocidas tertulias de Catana, como cariñosamente la llamaron sus amigos. Dejó también sus instrumentos musicales: su violín amarillo para su discípulo y nieto por adopción, Arístides Jiménez y Escobarrubia; su guitarra y su piano para Juan Bautista Escocia y Ángel Zambrano. Con ello legaba un caudal de notas y ejecutorias, de letras y partituras, de armonía y color de pueblo, de sonoridades de academia y magisterio. Esta trinitaria a quien la historia…