Edición Nro. 0 Año 2020,  Gacetilla

Evolución, tradición e historia de la guitarra en Cienfuegos

Sandra M. Busto Marín

 

La guitarra es uno de los instrumentos que más tardíamente es llevado al plano de concierto. A partir de su llegada a Cuba y la asimilación de la técnica del guitarrista y compositor español Francisco Tárrega (1852-1909), van a desarrollarse excelentes compositores e intérpretes nacidos en la Isla, que han hecho de ella su más genuina pasión y la han llevado, con todos sus aportes, en una espiral ascendente.

Diferentes son los caminos que ha tomado, desde volverse imprescindible en los géneros creados en nuestros campos, acompañar las noches y melodías de la trova y la cancionística cubana, y emerger en formatos de música popular bailable, hasta alcanzar el nivel que tiene hoy dentro de nuestra música de concierto. Lo cierto es que hay que tenerla en cuenta cuando se trata de la historia del repertorio autóctono cubano, que la prestigia y realza dentro del pentagrama musical universal, haciendo de la Escuela Cubana de Guitarra, un referente obligado.

Sin embargo, para que llegara al lugar que ocupa, era necesario toda una evolución que le permitiera su continua escalada técnica e interpretativa. Les propongo entonces comenzar por un pequeño recuento.

 

Arribo a la Isla

La llegada de la guitarra a Cuba está asociada con el proceso de conquista y colonización. Son muchos los datos que recogen la presencia de este instrumento y de la vihuela de mano; sin embargo, la diferencia entre estos instrumentos era solo la supresión de la prima y la sexta cuerda de la vihuela para convertirla así en la guitarra latina. Posteriormente, con la incorporación de otra cuerda, es que llega a ser denominada «guitarra española». En el siglo xix adquiere la sexta cuerda y se le hacen las transformaciones morfológicas que van conformando la guitarra de nuestros días.

Uno de los primeros músicos cubanos que recoge la historia fue Juan Ortiz, tañedor de vihuela y viola, quien llegó a tener su propia academia en la villa de Trinidad. Igualmente, se tiene conocimiento del comercio de cuerdas de estos instrumentos entre trinitarios y comerciantes de La Habana. No es de extrañar que, poco a poco, se fuera extendiendo por toda la isla, sobre todo en las principales villas, donde habitaban inmigrantes hispánicos.

En comparación con otros instrumentos, tal vez por su fácil transportación y variables formas de ejecución —en las que se incluye el rayado como una de las más sencillas para acompañar cantos y bailes—, es que rápidamente va a formar parte de los nacientes complejos genéricos de la música cubana, sobre todo del campo, como el punto, el son y la canción. En todos ellos se va haciendo imprescindible para su acompañamiento, junto a su hijo cubano: el tres. Su arraigo y permanencia adquiere tal magnitud que aún hoy es indispensable su sonoridad dentro de estos tres complejos genéricos cubanos, en todas sus variantes.

Su camino dentro de la música del pueblo se labró desde el comienzo hasta nuestros días.

 

Desarrollo técnico

Dentro del siglo xx la interpretación de la guitarra en Cuba va a tomar dos caminos: el primero, como continuación de la música popular, y un segundo que irá in crescendo dentro del desarrollo técnico e interpretativo, hasta llevarla a las más prestigiosas salas de concierto. Uno de los factores fundamentales será, como se había dicho anteriormente, la introducción en la Isla de la escuela del maestro español Francisco Tárrega. Son varias las vías por las cuales llegan los nuevos modos de tocar y perfeccionar el instrumento. Lo cierto es que muchos quedaron fascinados por las posibilidades que se abrían y que llevaban a la guitarra a igualarse a los ya consagrados instrumentos concertantes.

Entre los nombres que destacan y ayudan a fomentar los nuevos cambios están el de Severino López (1900-1978), quien tuvo la posibilidad de estudiar directamente en España, y el de José Vallalta (1872-1932), guitarrista español que había recibido lecciones del propio Tárrega y se radicó en Cuba en 1922, donde funda la primera estudiantina compuesta por bandurrias, mandolinas y guitarras.

Otros coterráneos como Pascual Roch (?- 1921) y el barcelonés Vicente Gelabert se establecen en La Habana, aunque el segundo, posteriormente, residirá en varios lugares de la geografía cubana. En Santa Clara, el notable guitarrista español Heliodoro R. Coello (?-?) da a conocer la obra del compositor español Daniel Fortea (1882-?), alumno de Tárrega.

En el caso de Gelabert, hay que señalar que fue quien introdujo la guitarra como instrumento de concierto en la Isla, pues hasta ese momento era utilizada solamente como simple acompañante de la canción criolla; de los polos, tiranas y boleros del siglo xviii; del baile del zapateo y las tonadas de punto del campesino cubano; de las claves del teatro, tanto en el lírico como en el bufo; de los coros de clave del siglo xix —aunque de modo eventual—; y del son, la guaracha, la habanera y la trova cubana.

Otro factor importante va a ser la publicación del método de Tárrega, que llegaría a muchos cubanos interesados en el instrumento, los cuales, de una manera autodidacta, comienzan a superarse y alcanzar un nivel que luego llevarían a varios discípulos. Así, poco a poco se da un giro dentro de la visión y el concepto interpretativo de este instrumento en Cuba.

En este aspecto destaca la familia Nicola. Es, a través de su sistematicidad dentro del trabajo pedagógico, que se formarán los guitarristas más destacados del siglo xx cubano. En este período toma importancia la enseñanza de la guitarra de concierto, la técnica y también todo el trabajo que realizan la Sociedad Guitarrística de Cuba (1940-1945) y su revista Guitarra.[1]

Clara Romero de Nicola fue fundadora de la cátedra de este instrumento en el Conservatorio Municipal de La Habana. Elaboró un plan de estudio de tres cursos y escribió un método para el instrumento, basado en la escuela de Tárrega, al que incorporó ritmos cubanos en los ejercicios y estudios. Fue pedagoga en la Sociedad Pro- Arte Musical, en la que impartía clases de guitarra popular y, con el tiempo, de guitarra de concierto. Funda la asociación Alumnos de Guitarra de Pro-Arte Musical. Crea el 6 de marzo de 1940 la Sociedad Guitarrística de Cuba, que agrupaba en nuestro país a todos los que tenían que ver con el desarrollo y el conocimiento de este instrumento. Fue responsable de la aparición en los escenarios cubanos, por primera vez, de un conjunto de guitarras integrado por trece ejecutantes, con formato de orquesta. Esta notable sociedad organizó una biblioteca musical y una discoteca, realizó algunas ediciones de partituras musicales y creó el Concurso de Composición de la Canción Cubana y otro de luthiería para premiar a la mejor guitarra construida en Cuba.

 

La guitarra en Cienfuegos

En Cienfuegos la guitarra tuvo primacía dentro de la música popular y contó con varios exponentes que dejaron su huella en la historia. Un ejemplo es el trovador Eusebio Delfín (1893-1965), quien fuera alumno de Fernando Barrios. Delfín, a pesar de no ser un destacado guitarrista, cambia el modo de acompañar el bolero, que antes de su aporte se hacía por medio del rayado o rasgueado de la guitarra. A partir de Delfín, comenzó a acompañarse mediante el semiarpegiado y se repartió el ritmo en compás y medio, dejando en silencio la parte débil del segundo compás, al hacer los cambios de armonía.

Otros dos guitarristas de la música popular, Rafael Ortiz, Mañungo (1908-1994) —discípulo de Vicente Borroto y Bienvenido Pérez—, y Marcelino Guerra, Rapindey (1912-1996), harían también historia al introducir una armonía diferente en sus temas. Influenciados, principalmente, por el músico Eliseo Silveira, comienzan a utilizar los acordes de séptimo grado, en vez del quinto, como tradicionalmente se hacía dentro de la cadencia perfecta. Así aparecen temas como Amor de loca juventud y Convergencia, antecedentes de todo lo que después sería el movimiento del filin, pero aún interpretados a dos voces, con clave y bongó, al estilo de la trova tradicional cubana.

Posteriormente, los hermanos Molina —Felito, Miguel Ángel y Eloy— también trazan otro capítulo en la historia local de la guitarra cuando introducen en Cienfuegos el movimiento del filin, con todo un concepto armónico que cambiaría la sonoridad de la cancionística dentro de su ciudad. A su vez, ellos se convirtieron en los maestros, sobre todo Felito, de varias generaciones que les sucederían. Otro nombre dentro de los maestros de guitarra popular en Cienfuegos es el de Tomás Sierra.

A pesar del perfeccionamiento que va a tener, sobre todo dentro del movimiento de la canción, tardará en llegar la guitarra al plano de concierto.

Después del año 1959, cuando se organiza en el país el sistema especializado de la enseñanza artística y cierran los conservatorios, se crean las escuelas de arte. Aunque se destacó fundamentalmente en la música popular, el primer maestro que asume la cátedra de Guitarra en Cienfuegos es Domingo Carvajal Parrado (Caibarién, 1910- 2003); sin embargo, al poco tiempo se traslada a Santa Clara, donde continuó su labor pedagógica hasta su jubilación. Asume su lugar el español Eulalio Gómez. Dentro de sus discípulos destaca Rafael Gallardo García (Cienfuegos, 1947).

Años más tarde, Gallardo perfecciona sus conocimientos con Clarita Nicola y, bajo la fiel mirada del Maestro de Maestros Isaac Nicola, se desempeña en el oficio de pedagogo. Posteriormente asume la responsabilidad de continuar al frente de la Cátedra de Guitarra de Cienfuegos.

La creación de la Orquesta de Guitarra Ensemble (2005) es obra de Gallardo. En este proyecto ha tenido que desdoblarse, además, como arreglista, adaptando para la agrupación obras orquestales, de cámara, y originales para piano y otros instrumentos, con una destreza y un trabajo en las voces que ayuda —junto al talento de sus hoy compañeros de la orquesta, ayer discípulos— a la maestría alcanzada por esta agrupación.

Entre los alumnos que hoy le acompañan en la orquesta de guitarras y en la formación de la nueva generación está Julio Elizarde Soto (Cienfuegos, 1962). A petición de Gallardo, Julio comienza en 1980 como profesor en la Escuela Provincial de Música de Cienfuegos hasta principios de los noventa, fecha en que integra la Orquesta Jagua y encauza por unos años su carrera hacia la música popular. Más tarde regresa como profesor y llegó a ser jefe de la cátedra de Guitarra de la Escuela Provincial de Música. Estuvo también como pedagogo en la Escuela de Instructores de Arte, el Instituto Pedagógico y la Escuela de Superación para la Cultura, todas de la ciudad de Cienfuegos.

Otros dos de sus alumnos destacados son Michel Rodríguez (Cienfuegos,1986) y Ariadna Cuéllar (Cienfuegos, 1984), guitarristas jóvenes que han logrado una obra meritoria dentro de la ciudad. Además de los lauros de Michel como pedagogo y de Ariadna como solista, en el año 2008 deciden unirse para formar el Dúo Concuerda, que se oficializa en el año 2013 como parte del catálogo de la Empresa Provincial Comercializadora de la Música y los Espectáculos, la EPCME «Rafael Lay». Se han presentado en varios festivales nacionales e internacionales de guitarra. Mantienen una programación habitual en la provincia. Ambos son egresados del Instituto Superior de Arte (ISA).

Michel Rodríguez y Ariadna Cuéllar crean en la ciudad de Cienfuegos, en el año 2014, el Festival y Concurso de Guitarras «Edgardo Martín». El evento, primero de su tipo dedicado a dicho instrumento en la ciudad, toma su nombre como homenaje al destacado músico e intelectual cienfueguero. Reúne a reconocidos músicos junto a estudiantes del nivel elemental del país, como una manera de reencuentro, de intercambio y de estímulo, tanto para el proceso de enseñanza aprendizaje como para la interpretación de la guitarra. Ha contado en varias ocasiones con la presencia del Maestro Leo Brouwer como Invitado de honor, condición que ha recibido además el laureado guitarrista, pedagogo y compositor cubano Eduardo Martín.

Dentro de los solistas concertistas con que ha contado la ciudad de Cienfuegos se encuentra, además, Jesús Saura, Chuchi (Cienfuegos, 1972). Él integra, en la década de los noventa del pasado siglo, un movimiento a favor de la música de concierto, donde también participa el pianista concertista José María Páez. De esta manera, es evaluado como guitarrista por una comisión de excelentes músicos y pedagogos; así comienza a realizar presentaciones en las que interpretaba música de concierto.

José Antonio Pérez Miranda, el Guajiro Miranda (1960) es otro importante y destacado músico nacido en la provincia. No ha desarrollado su carrera aquí, pero su obra es definitoria para la escuela cubana de tres y laúd. Se ha desenvuelto entre lo clásico y lo popular, elevando siempre el nivel del segundo a un plano de concierto; no solamente por la calidad de sus arreglos y composiciones, sino también por la metodología aplicada a instrumentos propios de la música popular cubana, como la guitarra, el tres y el laúd.

Sus primeros acercamientos a la música los tuvo siendo pequeño, en su ciudad natal. Posteriormente, pasa a estudiar a la Escuela Vocacional de Arte de Santa Clara, donde fue alumno de Luis Díaz y Rolando Moreno; con este último aprendió también la técnica de la guitarra en los tríos. En 1981 se gradúa de Guitarra en la Escuela Nacional de Arte (ENA); posteriormente, en el ISA, de Guitarra y Laúd, convirtiéndose en el primer estudiante en alcanzar el nivel superior en este instrumento, gracias a un taller de tres y laúd fundado en ese instituto, en 1988, por el Maestro Efraín Amador. Junto a él crea en 1989 la Cátedra de Tres y Laúd en la ENA.

Tras su graduación, comenzó su servicio social en Cienfuegos, donde se vincula a la enseñanza y comienza a dar recitales en la ciudad. Uno de sus aportes como pedagogo fue el de fomentar en los estudiantes el trabajo de cámara. Les montó dúos y tríos para que pudieran presentarse en público mientras aún estudiaban su carrera. Parte luego a terminar su servicio social en Santa Clara y, a mediados de la década del ochenta, se radica en La Habana.

En los primeros años de la década del noventa comienza a tocar en la agrupación que estaba formando Liuba María Hevia; junto a ella cambia su concepto sonoro y adquiere el sello que la distingue dentro de la música cubana.

En su trayectoria como arreglista trabaja diversos géneros como guajiras, habaneras, canción; con resultados de excelente factura y nivel artístico musical. Es, también, compositor, pedagogo, arreglista y luthier. Además de estudiar la guitarra y el laúd, ha incursionado en el tres de forma autodidacta, alcanzando una sonoridad característica y excelente dominio del instrumento.

Como intérprete y pedagogo su mayor aporte es el de llevar el tres y al laúd al plano de la música de concierto, enriqueciendo el repertorio de estos instrumentos con música popular cubana y universal y, además, adecuando la metodología de su enseñanza al nivel de instrumentos concertantes. Les ha facilitado a sus estudiantes los recursos técnicos necesarios que les permiten moverse dentro de la música popular y de concierto, con igual rigor profesional.

Aunque el Guajiro Miranda no ha desarrollado su carrera en la provincia, sin dudas es uno de los músicos nacidos en Cienfuegos que más aportes ha hecho a la universalización del tres y el laúd en Cuba. Mérito que, con orgullo, se ha ganado para bien de la música cubana.

 

Coda

La guitarra continúa ampliando sus posibilidades dentro de sus dos vertientes o caminos históricos. Hay que decir que sigue contando con mucha salud, con pedagogos e intérpretes, así como con proyectos desarrolladores que aseguran su trascendencia y excelencia. Son consecuentes con la historia y la salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial que define la permanencia de la Escuela Cubana de Guitarra. Les tocará a las nuevas generaciones aprehender y continuar con el camino que ha transitado y se escribe día a día entre el talento de los excelentes y prestigiosos guitarristas que elevan enorgullecen nuestra cultura cubana.

[1] Bajo la dirección general de Clara y la artística de Luis de Soto, se crea la revista Guitarra (1940-1945) con el objetivo de promover, brindar arte y cultura y satisfacer los pedidos de guitarristas.

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