Edición Nro. 1 Año 2021,  Ritornello musical

Virtud y herencia familiar

Isabel Victoria Díaz de la Torre

Arnelice Álvarez Morera

 

La familia es como una legendaria espuma de mar, de donde nace la belleza.

José Martí

 

Con dos siglos de tradición, la impronta de la familia Pichardo en la cultura cubana es buen motivo para valorar la obra de sus miembros más representativos. La pasión por la música ha marcado siempre sus generaciones, por ello se justifica su atención en ese constructo que es el patrimonio musical de la región central.

El apellido Pichardo, derivado del gentilicio picard (región francesa de la Picardie), pasó a América a través del segoviano don Antonio Pichardo y Vinuesa,[1] teniente general de los Reales Ejércitos, instalado luego en Santiago de los Caballeros, Santo Domingo. Allí fue gobernador y alcalde mayor, capitán de las tropas del norte, juez visitador e intendente. Una vez el país sufrió la ocupación haitiana, su familia decidió asentarse en Cuba, en 1801, e instalarse en Puerto Príncipe, Camagüey. Llegó a ser muy extensa, pero la mirada de este trabajo apunta solo a siete de sus miembros, por su aporte a la cultura de la nación.

Quizás el más conocido es Esteban Pichardo Tapia (Santiago de los Caballeros, 26 de diciembre de 1799La Habana, 26 de agosto de 1879), autor del primer mapa de Cuba y también de su primer diccionario publicado.[2] El joven Pichardo inició sus estudios en Camagüey y en 1812 se trasladó a la capital, donde cursó el bachillerato en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio y se graduó de Derecho en la Universidad de La Habana. Ejerció en Guanajay, La Habana, Matanzas y Santa Clara; luego, en Puerto Príncipe, fue Asesor Consultor y secretario de la Comisión Territorial y Provincial de Censo. Obtuvo un premio de la Academia de Ciencias de La Habana, que lo acogió como miembro, y perteneció a la Sociedad Económica Amigos del País. Es ejemplo de intelectual pues, además de su notable labor como lingüista, geógrafo y cartógrafo, fue autor del poemario, Misceláneas poéticas (1822), y la novela costumbrista, El fatalista (1865).[3]

En repetidas ocasiones visitó Las Villas. El primer viaje junto a su familia fue el 12 de abril de 1855, para establecer su gabinete de abogado en Santa Clara, en la calle Santa Elena, hoy Independencia. Aquí el geógrafo Pichardo acometió un periplo por tierra, mar y río en Sagua, Trinidad y Cienfuegos para confeccionar el mapa geohidrotopográfico de la región, con aprobación y subvención del gobierno de La Habana, a donde regresó para continuar su labor científica. El hombre de letras y ciencias, pintor, músico, geógrafo, historiador, agrimensor, filólogo y naturalista, no recibió en vida el reconocimiento merecido y murió en la pobreza. Un siglo más tarde, la Universidad de La Habana fundó la cátedra honorífica que lleva su nombre y se emplazó el busto que lo inmortaliza.

Uno de los hijos de Pichardo Tapia, único en seguir el camino de la ciencia, fue Esteban Tranquilino Pichardo Jiménez (Matanzas, 2 de julio de 1843-1906), autor de las Nociones de Agrimensura legal de la isla de Cuba (1863) y de la Agrimensura legal de la isla de Cuba (1902). Siempre acompañó a su padre, fue su amanuense y, como tal, registró las impresiones en los viajes que juntos emprendían. En su diario apunta: «Martes 29 de marzo de 1859. Salimos papa [sic] y yo de la Habana para Villa Clara en el Vapor Cárdenas y amanecimos en el puerto de este nombre, dónde [sic] trasbordamos al Vapor Veloz Cayero que nos condujo a Sagua la Grande, tocando en la Teja, Gamuza, Sierra Morena…A las 6 de la mañana del 31 salimos…hasta Cifuentes y de aquí a caballo hasta Villa Clara».[4] La firmeza de los ideales por el amor a la patria lo involucran, junto a un pardo liberto, en un supuesto delito de sedición que lo llevó a prisión. Por indulto de su padre se le condenó solamente a reclusión domiciliaria.

A este linaje también perteneció Victoria de los Ángeles Teodomira Pichardo Pichardo (La Habana, 25 de julio de 1888-Santa Clara, 16 de enero de 1974), hija de Carmen y Esteban Tranquilino. Su profunda sensibilidad artística se expresó en la música y la poesía, pues, aunque Victoria Pichardo no poseía conocimientos musicales académicos, su intuición y la influencia hogareña de su hermana mayor, María, excelente pianista, le despertaron aptitudes para componer y tocar el instrumento, lo que supo combinar con su fe. Como compositora, su catálogo incluye composiciones religiosas de diversos géneros musicales (plegaria, himno, canción y canto de despedida). La familia atesora un cuaderno de música donde aparecen las partituras de nueve obras de diferentes partes del misal, compuestas por Victoria Pichardo para la iglesia La Divina Pastora y la capilla de Santa Ana: Himno a San José (1943), Himno al Cristo del consuelo (1947), plegaria La ovejita (1949), Himno a la Divina Pastora (1949), Canción pastoril a la Divina Pastora (1949), himno Buena Santa Ana (1957), Canción a Santa Ana (1961), Himno a Santa Ana (1964) y Consagración a Santa Ana (1964).

La religiosidad de Victoria Pichardo se apreció además en la cesión de terrenos del patrimonio familiar para la construcción, en 1954, de la Capilla de Santa Ana —hoy parroquia—, en el actual reparto Condado. Con el apoyo de la familia, muy devota de la santa, sufragó la edificación del inmueble y de un dispensario.[5] Su impronta en el patrimonio musical religioso se manifiesta al interpretar su himno Buena Santa Ana en la despedida de cada misa oficiada en la capilla. Cada año, durante la procesión por el 26 de julio, día de Santa Ana y San Joaquín y celebración de los abuelos, se escuchan también las notas de ese himno. Esta tradición, que ya cuenta con sesenta y cuatro años en la comunidad, se ha transmitido de generación a generación.

En el área de la pedagogía musical se destacó Elsa Ana Victoria Gertrudis del Carmen de la Torre Pichardo (Santa Clara, 23 de abril de 1913-18 de enero 1992), primogénita del matrimonio formado por Victoria Pichardo Pichardo y Pedro de la Torre Martínez. Desde pequeña mostró interés por el arte y el ambiente familiar fue favorable para desarrollar su inclinación. Muy joven tocó el piano en tertulias y fiestas; más tarde estudió solfeo, teoría y piano en el conservatorio Peyrellade (1944). Se expresó también a través del canto y algunos de sus poemas fueron publicados en el periódico local. Igualmente, mostró facilidades para el diseño de viviendas y también para la sericicultura, especialidad que practicó en Ceiba del Agua, La Habana.

Elsa de la Torre logró el título de Doctora en Pedagogía en la Universidad de la Habana (1949). Se desempeñó como profesora en Fomento y Santa Clara, donde integró el claustro de la Normal de Kindergarten y procuró sus mejores aportes en la pedagogía musical. Creó canciones infantiles sobre los roles de oficios y los animales. Son suyos, por ejemplo, La rana y el pregón El percherito. En el ámbito de la canción romántica se recuerda su composición Lejos de ti (1957). En la década del sesenta, la maestría pedagógica musical de Elsa de la Torre Pichardo se consolidó en la secundaria José Martí y en la alfabetización en la ciudad. En el seno familiar siempre mantuvo su vitalidad artística.

Fruto de su matrimonio con Joaquín Díaz Ortiz nació Jorge Díaz de la Torre (Santa Clara, 3 de diciembre de 1945), su segundo hijo, quien heredó y manifestó precozmente aptitudes para el arte y usaría como nombres artísticos Jorge de la Torre y George de la Torre.

Su primera presentación musical en público fue a los seis años en un concierto de Navidad dirigido por su madre en la Normal de Kindergarten. Allí interpretó una de las romanzas de la zarzuela Luisa Fernanda, del compositor español Federico Moreno Torroba. Años más tarde participó en un concurso para aficionados auspiciado por Radio Teatro Cloris (hoy Camilo Cienfuegos) en el que ganó el primer premio en seis ediciones consecutivas. Esto permitió su nombramiento como Estrella Naciente del programa.

Las artes dramáticas forman parte del currículo artístico de Jorge desde su adolescencia. Ingresó al grupo del teatro universitario de Santa Clara, luego al de Pantomimas, en Cienfuegos, y al Teatro Musical de La Habana, bajo la dirección de Alfonso Arau.

Como intérprete vocal fue evaluado en la más alta categoría artística (A). Trabajó como cantante solista en el casino del hotel Capri, en el Hotel Nacional, el Riviera y otros centros nocturnos de La Habana. A su regreso a Santa Clara en la década del setenta, formó parte de las Brigadas Artísticas y se hizo acompañar por las orquestas de los centros nocturnos Cubanacán y Venecia. Su amplio repertorio y dominio de varios idiomas le permitieron organizar recitales con el acompañamiento pianístico de Freyda Anido, asistir a programas de radio y participar en el II Festival Internacional de la Canción Popular «Varadero 70» y el primer —y único— festival de feeling, realizado en La Habana en 1961. Viajó por toda la isla cantando en cabarets y centros nocturnos.

En el nuevo milenio destacan sus presentaciones en los conciertos dominicales de la Uneac, la Peña de los Filibusteros del Mejunje, Santa Clara, y en centros nocturnos de otros lares. Ha auspiciado, en sus tres ediciones, el Festival del Bolero en Miami. Su sensibilidad para el arte y la ciencia, cual abanico de colores, se aprecia también en variedad de géneros literario (cuento, novela, monólogo y poesía), en la combinación armónica del dibujo y la orfebrería, y en su quehacer profesional como Doctor en Medicina Natural.

De la unión de Joaquín Díaz y Elsa de la Torre Pichardo nació también Isabel Victoria Díaz de la Torre (Santa Clara, 9 de noviembre de 1955), hija menor del matrimonio, quien comenzó sus estudios musicales a los cinco años en academias particulares y más tarde ingresó en el conservatorio de la ciudad y la Escuela Municipal de Arte «Olga Alonso». En el Conservatorio Nocturno de Música «Lico Jiménez» obtuvo el Nivel Elemental, se desempeñó como monitora de Apreciación Musical y fue propuesta por su profesora María Andrea Martín para realizar la evaluación nacional. Por sus resultados mereció una plaza de docente en 1973 y, muy joven, se desempeñó como directora de cátedra. Desde entonces ha defendido su noble profesión. En el Centro Nacional de Superación de Enseñanza Artística (CNSEA), devenido Centro Nacional de Escuelas de Arte (CNEArt), obtuvo el título de Nivel Medio de Música en Asignaturas Teóricas Musicales. Años más tarde se licenció con título de oro en Educación Musical en la Universidad de Ciencias Pedagógicas «Félix Varela», de Santa Clara.

En sus cuarenta y ocho años en la pedagogía musical en la Escuela Vocacional de Arte (hoy Centro Provincial para la Enseñanza Artística en Villa Clara), la Escuela de Instructores de Arte «Manuel Ascunce Domenech», la Escuela Profesional de Arte «Samuel Feijóo», el Centro de Superación para la Cultura «Ángel González Borrell», la Universidad de Ciencias Pedagógicas y los medios de comunicación provinciales y nacionales, la musicógrafa ha formado generaciones de villaclareños en el amor a la música y el cultivo de la sensibilidad y el mejoramiento humano. Participa sistemáticamente en eventos nacionales e internacionales sobre música como jurado, tribunal, conferencista, investigadora y ensayista. Los colores y matices de sus saberes se han reconocido en las medallas Por la Cultura Cubana y Por la Educación Cubana, el sello del Laureado, la distinción Educadores del siglo xx y una condecoración por su colaboración en la cultura de la ciudad de Santa Clara.

La promoción de la cultura es otra de sus pasiones: creó el Festival del Pregón que se realiza en la EVA desde hace veintisiete años; el Concierto Dominical de casi un cuarto de siglo, con sede en la Uneac, de donde es miembro; el proyecto comunitario Músico de mi Barrio, que nació en 2006, y, hace dos años, el Homenaje a Marta Abreu desde las Artes.

El más joven músico de la familia, Alejandro Ríos Díaz (Santa Clara, 30 de diciembre 1979), saxofonista y pedagogo, hijo del matrimonio entre Isabel y José Concepción, realizó sus estudios de Nivel Elemental en la EVA. Se graduó luego de Nivel Medio en la Escuela Nacional de Música (ENA) y obtuvo el Nivel Superior en la Universidad de las Artes (2004). En su etapa estudiantil obtuvo varios premios como intérprete. Digno seguidor de la tradición pedagógica familiar, ha sido profesor de Saxofón de la escuela «Amadeo Roldán», la ENA y el Instituto Superior de Arte. Una de sus pasiones como intérprete fue la consolidación del formato de cámara para saxofones, logrado con los cuartetos Sax.fon (2002) y Vitral Sax Quartet (2007). En la actualidad mantiene su actividad como intérprete en diferentes agrupaciones.

La diversidad de áreas en las que han incidido los Pichardo argumentan su lugar en la cultura cubana. Los miembros de esta familia, por su impronta en la creación, interpretación y la enseñanza de la música merecen obligada mención en el patrimonio musical de la región. Sirvan estas cuartillas como incentivo.

[1] Véase https://wikiapellidos.com/pichardo.

[2] Aunque no demerita el lugar de Pichardo como pionero de la lexicografía cubana, es justo advertir la reciente publicación del Diccionario de provincialismos de la Isla de Cuba (Dictionary of Provincialisms of the Island of Cuba, 2021. Valencia: Aduana Vieja) —texto anterior a su obra de 1836—, a raíz del hallazgo del Dr. Armando Chávez-Rivera del manuscrito elaborado en 1831 por integrantes de la Comisión Permanente de Literatura de la Real Sociedad Patriótica de La Habana —más tarde Sociedad Económica de Amigos del País—, dirigidos por el presbítero Francisco Ruiz y distribuido por Domingo del Monte (véase https://rialta.org/diccionario-cubano-entrevista-a-armando-chavez-rivera). [Nota del editor]

[3] Como resultado de su labor científica publicó: Notas cronológicas sobre la isla (1822), Gran carta geo-car-topográfica de la Isla de Cuba (1849-1862); Geografía de la Isla de Cuba (1854-1855) y Caminos de la Isla de Cuba. Itinerarios (1865). Su Diccionario provincial casi razonado de vozes cubanas fue pionero en la recopilación sistemática del español hablado en Cuba y, por su relevancia, tuvo cuatro ediciones en vida del autor (1836, 1849, 1862 y 1875).

[4] Valdivia, Humberto [s.a.]. El geógrafo cubano. Estudio crítico biográfico sobre Esteban Pichardo. La Habana: Editorial Alberto Soto.

[5] Luego de un período difícil para la conservación de la capilla en las primeras décadas de la Revolución, en el cual el dispensario fue expropiado bajo la Ley de reforma urbana, la edificación se ha restaurado, ampliado y remodelado gracias a la intervención del obispado.

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