Edición Nro. 1 Año 2021,  Gacetilla

Sesenta años de una academia vocal

Edson Guillermo Benítez Martínez

 

El 22 de febrero de 1962, en la Sala Caturla de Biblioteca Provincial Martí, el Coro de Santa Clara debuta a dieciocho voces con el Himno Nacional. En minutos le suceden «El arroyo que murmura», «Las mañanitas» y «La Internacional». Meses antes, en noviembre de 1961, Manuel Rodríguez Pérez de Prado, hombre culto, conocedor de la música coral, antiguo organista y director del coro de la Iglesia Mayor (catedral) de Santa Clara, fundó y comenzó a dirigir un coro ajeno a los muros del templo para acercar este arte al pueblo.

Manolito, como lo conocían sus allegados, recibió el encargo de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) para dotar a Las Villas de un coro propio. Esto sucedía en un contexto marcado por el triunfo revolucionario, mientras se formaban agrupaciones similares en otras provincias. Las pioneras habían sido el Coro Nacional, con Serafín Pro al frente, y el de Santiago de Cuba, dirigido por Electo Silva, ambos en 1960.

Un grupo de cantores del conjunto vocal de la catedral y otros jóvenes acudieron al llamado del maestro y primer director, para conformar el plantel del Coro de Santa Clara. De su primera nómina se recuerda a María Emilia Domínguez, María Pozo, Alcida Olivera Valdés, María Zúñiga Zúñiga, Teresa Rodríguez Vargas, Marta Estrella Hernández, Isolina Paz, Tirso Lima, Carlos González, Joaquín Carrero Payrol, Armando Rérez, Rafael Felo Valdés, José Luis Peralta, Antonio Pino Santos, Félix Medina y Raúl León: nueve hombres y nueve mujeres que, inicialmente, no devengaban salario alguno por sus presentaciones.

«En su primer año tuvo un carácter meramente aficionado», recuerda Carrero Payrol a sus setenta y seis años, y agrega: «Debido a la política del entonces Consejo Nacional de Cultura de fomentar la actividad coral en todo el país, no fue hasta 1963 que empezamos a recibir un estipendio de 75 pesos, cuando empezaron a catalogarnos como semiprofesionales. En 1970 nos otorgaron la condición de profesionales» (comunicación personal, 26 de mayo, 2021).

En aquellos primeros años, con la incorporación de nuevas voces, los ensayos del coro se organizaron en las casas de algunos integrantes. Luego de hacer estancia transitoria en varios locales de la ciudad, se les otorgó un espacio propio en la calle Tristá.

El repertorio de los primeros cinco años estuvo conformado por obras polifónicas de los cancioneros de Uppsala[1] y de Palacio,[2] piezas de música cubana y otras de carácter religioso. Más tarde, las cuerdas del coro se fortalecieron por la incorporación de cantores como Wilfredo Anoceto, Juan Martínez Morales, Doris Martínez y Margarita Padrón Morales. A partir de entonces, sus presentaciones trasgredieron el terreno local. El coro ejecutó programas en otras provincias y municipios del centro; debutó en Matanzas, Santiago de Cuba y Camagüey; participó en eventos nacionales, como la Gala por el V Aniversario de la Victoria de Girón efectuada en el teatro Karl Marx y el acto de honor al entonces presidente de México, Luis Echevarría, con la presencia de Fidel.

En 1967, Yolanda Martínez Ordóñez, actual directora del Coro Provincial, se incorporó como cantora y guía en la cuerda de las sopranos. Según recuerda Tirso Lima, con la anuencia de Manolito, Yolanda comienza a montar nuevas obras y a dar clases de solfeo a algunos integrantes. «Tenían buenas voces, pero muchos no sabían ni leer música […] Venían de diferentes estratos sociales y con diversos oficios. Todos trabajaban durante el día y dedicaban la noche a los ensayos» (comunicación personal, 24 de mayo de 2021).

«Cuando Manolito la nombra como directora, en 1968, empieza una renovación muy fuerte dentro del coro», concuerda Carrero Payrol y añade: «Con Yolanda hubo un cambio radical en el estilo y la forma de trabajo con las voces, pues se incorporan al repertorio obras polífónicas, norteamericanas, latinoamericanas y temas de trova tradicional de la autoría de Sindo Garay y Manuel Corona».

Nuevas voces, nuevos retos

Para el año 1970, Yolanda Martínez fue nombrada oficialmente Directora Titular e iniciaría una etapa de ampliación del repertorio del coro: recuerda Payrol que montaron piezas eclécticas, números atonales de armonía contemporánea y obras de mayor complejidad de los compositores cubanos Harold Gramatges y Electo Silva, y del soviético Dimitri Shostakóvich. «Yolanda se iba a La Habana en busca de repertorio en el Coro Nacional», prosigue Payrol, «Gracias a estos viajes reiterados, se hicieron frecuentes las visitas de Digna Guerra, que comenzó a montar nuevas obras y a impartir clases de Técnica Vocal junto a Yolanda. La relación […] influyó notoriamente en el desarrollo posterior del coro».

En 1976 se incorporan las voces de Ana Hurtado, Ernestina Trimiño, Leovigilda Gómez, Yolanda Rodríguez y Magalys Hernández. De esos años, Ana recuerda que «la disciplina […] era férrea. Todos los viernes se reunía con los guías de cuerdas. Margarita Padrón era la nuestra, llevaba una libreta con las deficiencias técnicas de cada una y solo nos daba una semana para superarlas. Debo aclarar que esa disciplina nos formó y nos hizo mejores cantoras» (Hurtado, A., comunicación personal, 1º de junio de 2021).

En aquel entonces, el coro tenía a su cargo ocho presentaciones mensuales, cuatro de ellas planificadas en centros de trabajo (Inpud, Planta Mecánica, tabaquerías). Las restantes eran conciertos programados en los municipios. Recuerda Ana Hurtado que en Sagua la Grande tuvieron el mayor número de seguidores de toda la provincia: «Además de todos los ensayos y presentaciones el coro iba a todos los trabajos voluntarios, a la agricultura, trabajamos en la construcción de la textilera y después en el monumento del Che en la plaza. Estábamos en todas, así era el coro. Tengo los mejores recuerdos de esa época. Tanto fue así, que yo me fui en 1990 para regresar en el 2010. Ya suman cuarenta y cinco años desde que llegué por primera vez».

Sin embargo, hacia 1977 la agrupación enfrentó la ausencia de muchos de los integrantes masculinos que marcharon a cumplir misión internacionalista en Angola. De acuerdo con la propia Yolanda, «fue una etapa de muchos inconvenientes», pero lograron salir airosos de ella. «Tuvimos que hacer de todo para seguir trabajando […] Conformamos dúos, tríos, cuartetos, así nos presentábamos, y después salíamos todos juntos. Fueron tiempos difíciles, pero enriquecedores. Así fue que surgió el cuarteto vocal Ámbar [1977-1979], integrado por Doris Rodríguez, Tirso Lima, Juan Martínez y yo. Desde las primeras presentaciones tuvo un éxito rotundo e incluso nos propusieron trabajo en varios espacios de relevancia» (Martínez, Y., comunicación personal, 22 de mayo de 2021). A pesar del reconocimiento que la crítica especializada y la prensa local otorgaron al cuarteto, sus miembros decidieron desintegrarlo por el compromiso que mantenían con el coro.

La llegada del Período Especial imponía retos a la agrupación vocal. Tuvieron que abandonar la sede de la calle Tristá a causa del deterioro del inmueble y, sin sitio propio de ensayo, transitaron por varias instituciones culturales de la ciudad. «Ensayamos hasta en la glorieta del parque Vidal», asegura Yolanda. «Fue entonces cuando tomé la decisión de abrir las puertas de mi casa para convertirla en local de ensayo. No imaginé en ese momento que sería durante más de quince años».

Otra muestra del carácter emprendedor de la directora fue cuando comenzaron los problemas con el combustible por la crisis de los años noventa en el país. «No teníamos cómo movernos para asistir a las presentaciones», recuerda con pesar. «Le hice un pedido al Partido de bicicletas chinas. Había que ver aquello, lástima que no había cámaras para hacernos fotos. Incluso, algunos vocalizaban en las calles montados en los ciclos. Creo que fue la primera vez que se vio en Cuba un coro en bicicletas».

Miembros del coro, en todas sus etapas, integraron luego agrupaciones populares o devinieron solistas e intérpretes de variados géneros; entre otros, Ernestina Trimiño, Rafael (Felo) Valdés, Amaury Águila, María de los Ángeles Santos, Yenobis Delgado, Kenia Cárdenas y Wendy Domínguez. Otros han integrado nuevos conjuntos vocales de la ciudad: Huellas, Vocal Armonía, CoraMarta, Vocal Esencia, Las Musas y AudiNos.

Alrededor de veinte cantorías infantiles fueron dirigidas por miembros de la agrupación, entre ellos, la de Margarita Padrón, con niños que padecen Síndrome de Down; las de Joaquín Carrero Payrol, Eloísa Machado, la cantoría de Juan Ramón Alfonso, en Sagua la Grande, y Mi Sol, del joven santaclareño Maykel García Iglesias.

Justo en el año 2000 surge el coro de cámara Ars Cantus, nombrado posteriormente CoraMarta, como tributo a nuestra benefactora. Su primera presentación se efectuó el 11 de noviembre en la Sala Carturla de la Biblioteca Provincial. El debut fue dirigido por Maykel García Iglesias y dedicado especialmente a la Maestra Yolanda en celebración de su onomástico.

Eternamente, Yolanda

Con seis años de edad, Yolanda Martínez Ordóñez descubrió que su vida estaría consagrada a la música. Había iniciado estudios de piano y solía cantar en la escuela y el coro de la iglesia. Fue el párroco Ernesto García Rubio quien le confió la dirección del coro de la Iglesia de la Pastora, en 1965. Un año más tarde tomó la batuta del orfeón de la Iglesia Mayor, en sustitución de Manolito, mientras compartía su tiempo con la enseñanza especial. Así fue hasta que comenzó como cantora y guía de la cuerda de sopranos del Coro de Santa Clara.

 

Yolanda, si tuvieras que elegir una cantante, ¿cuál sería tu preferida?

Mi cantante favorita es Olga Guillot, tenía todos sus discos. Siempre soñé con ser solista, pero no me gustaba estar en los cabarets. […] en mi familia eso no era bien visto para las mujeres, pero, la verdad es que me hubiera gustado más ser cantante solista. Esto de dirigir siempre es complicado, lo que uno se acostumbra.

 

¿Por qué tuviste que abandonar tu trabajo como docente?

Cuando yo entré al coro trabajaba como maestra durante el día y ensayábamos en la noche. En el momento que nos declaran profesionales, nos dijeron que debíamos escoger entre los dos trabajos. Yo elegí continuar con el coro. Eso sí, nunca imaginé que años más tarde la docencia seguiría siendo parte indispensable de mi vida. Es una de las cosas que más disfruto. He trabajado en todas las escuelas de arte de la ciudad y en otros centros de enseñanza como Formadores de Maestros y el Pedagógico Félix Varela. He tenido cientos de alumnos, pero, sinceramente, hay dos que siempre recordaré de mis clases de canto: María de los Ángeles Santos y Vionaika Martínez.

 

¿Cuántas generaciones han pasado por tu batuta?

No sé ni cuántos coros he tenido, lo que sí han sido bastante estables, el primero fue el más estable, fíjate que sus integrantes se jubilaron con treinta y cinco, y cuarenta años de vida artística.

 

Entonces, ¿cuánto significa el Coro para Yolanda?

Una maravilla. El lugar donde me he podido desarrollar, mi familia. A todos los he sentido como mis hijos, los que vi crecer, marcharse también, triunfar…El Coro es mi vida.

 

Existen gestualidades en Yolanda que han hecho inconfundible su manera de dirigir.

Sí, mientras dirijo el coro no puedo dejar de moverme porque eso está en mi idiosincrasia, en mi forma de ser, y en mi manera de sentir la música. Siempre he estado en movimiento, desde chiquita. Mi madre decía que lloré en su vientre y me moví, desde entonces parece que me gusta moverme con la música.

 

¿Cómo imaginas el futuro del Coro Provincial?

Solo deseo que caiga en buenas manos. Espero que así sea, debido al amplio desarrollo coral que ha habido en esta ciudad. Sinceramente, Maikel García Iglesias ha sido alguien importante para el Coro, estuvo en él, luchó por él y lo sigue haciendo por todos. Imagino que puede ser él u otro quien me sustituya cuando no esté. Solo deseo que sea alguien que haga un buen trabajo y, sobre todo, que ame al Coro como lo he amado yo toda la vida.

(Martínez Ordóñez, Y., comunicación personal, 1º de junio de 2021)

 

Una escuela, una familia…

Fue una etapa muy importante en mi vida, una gran escuela. Aprendí mucho, tuve lindas e inolvidables experiencias. Éramos una gran familia. Ahí estaba Yolanda con la batuta. ¡Qué clase de directora! Cuando se paraba frente a nosotros esas manos hablaban y empezaba ese diálogo maravilloso con los cantores. No solo sus manos; su rostro: ahí empezaba la magia.

Doy gracias a la vida por ese tiempo, fue mi gran escuela. Gracias a Yolanda, mi profesora, pude seguir mi camino como cantante. Decir «Coro Provincial de Villa Clara» es lo mismo que decir «Yolanda Martínez Ordoñez». Gracias por todo y muchas felicidades a los cantores, a los que están y a los de antaño (ahí me incluyo) en su aniversario sesenta.

María de los Ángeles Santos

Pianista y vocalista

 

Todo lo que he logrado dentro de la música se lo debo al Coro Provincial de Villa Clara bajo la batuta de Yolanda, mi Yola. El coro es una institución musical educativa, formadora de muchos cantores y de un elevadísimo porcentaje de los cantantes de la ciudad. En los ocho años que permanecí, aprendí a cumplir horarios y todo lo referente a las técnicas de canto e interpretación. La maestra Yolanda, más que una directora, ha sido un pilar en la preservación de una institución tan importante para la cultura y el país, poniendo su casa para ensayar por casi veinte años, transformando con sus manos a tantos talentos aficionados como lo fui yo. Mis respetos y las gracias a los compañeros fundadores con los que tuve la dicha de compartir y aprender.

Kenia Cárdenas Peñalver

Vocalista

 

Con diecinueve años quería cantar y ser profesional. Fue difícil, no fui muy bien acogido: era joven (terminaba la mutación de la voz); comencé en el tenor segundo y me enamoré de la música coral. Era una época de pocos jóvenes en el coro; afronté desafíos con adultos no confiados en que la juventud tenía que tener espacio, pero probé que podía cantar allí.

Agradezco el apoyo que me brindó la Maestra Yolanda: me impulsó en mi vocación para la dirección coral. Los que no creyeron que podía ser profesional, me vieron años más tarde como subdirector del Coro Provincial a petición de su directora. Fundé el coro Ars Cantus con los más jóvenes cantores para ofrecer a la ciudad una agrupación que defendiera otro repertorio; hoy la conocemos como CoraMarta.

Si algo habrá que agradecer a su directora, además de acoger al coro en su propia casa, es haber defendido un patrimonio coral que hoy ostenta su aniversario sesenta. Eso está por encima y la historia lo reconocerá eternamente. Si hoy Villa Clara ostenta un movimiento coral fortalecido es porque ayer el coro de la Parroquial Mayor, con su director al frente, tomaba la decisión de perdurar en el tiempo y fundar, desde entonces y para siempre, el Coro Profesional de Santa Clara, convertido actualmente en Coro Provincial de Villa Clara.

Maikel García Iglesias

Director de AudiNos

 

El Coro Provincial, al que pertenezco desde 2002, representa para mí el ejemplo vivo de la familia que obtiene buenos resultados en la vida, aunque sus miembros sean diferentes. Son diecinueve años de escuela en este arte y en la vida. La guía constante de la Maestra Yolanda me ha aportado un crecimiento en el orden laboral. Gracias doy a la vida por permitirme pertenecer a esta institución tan prestigiosa de Villa Clara y el país. Gracias a Yolanda por cada consejo, cada actitud previsora, cada proyección ante la vida, y esa entrega incondicional que me transmitió quien considero mi segunda madre.

Osmel Cedeño Manso

Integrante del Coro Provincial. Director del Dúo Alma Libre

 

[1] Cancionero de Uppsala: colección de cincuenta y cuatro canciones y villancicos españoles del siglo xvi, hallada hacia 1907 en la biblioteca de la universidad sueca de Uppsala. Se conoce también como Cancionero del duque de Calabria y Cancionero de Venecia, pues se imprimió allí en 1556. [Nota del editor]

[2] Cancionero de Palacio o Cancionero de Barbieri: recopilación de 458 composiciones musicales renacentistas (finales del s. xv – principios del xv), descubierta en 1870 y publicada por primera vez en 1890 por la Academia de Bellas Artes de Madrid. [Nota del editor]

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