Edición Nro. 1 Año 2021,  Gacetilla

Con(cierto) deleite: perspectivas de la Orquesta Sinfónica de Las Villas a sus noventa y cinco años

Gemay Castillo López

Educar deleitando.

Agustín Jiménez Crespo

 

Una institución emblemática de la región central de Cuba es, sin dudas, la Orquesta Sinfónica de Las Villas. Durante noventa y cinco años ha marcado el desarrollo sinfónico cubano y es ineludible escuela para muchos músicos. Un proyecto grande, al que un villareño de pura cepa, Agustín Jiménez Crespo, dedicó más de la mitad de su vida.

Preludio

Las primeras noticias de una agrupación musical en Cuba se remontan al siglo xvi, en Santiago de Cuba. Si bien no había muchos músicos, las iglesias fueron un ambiente propicio para la proliferación de pequeños conjuntos; «eran, en cierto modo las únicas salas de conciertos».[1] En el siglo xviii, aún dentro del ámbito eclesiástico, se consolidan orquestas con mayor cantidad de integrantes; y es en sus finales cuando realmente ocurre una transformación en el panorama cultural: la aparición de los teatros, diseñados arquitectónicamente para acoger presentaciones musicales. En el siglo xix cubano, la fundación de academias de música y sociedades patrocinadoras[2] influyó notablemente en el progreso de la enseñanza musical y propició la adquisición de instrumentos musicales, lo que sentó las bases del posterior auge sinfónico.

Las publicaciones periódicas promovieron espectáculos y cubrieron la llegada de agrupaciones extranjeras que servían de acompañamiento musical en óperas y zarzuelas. El nacimiento del primer periódico dedicado a la música y la edición de partituras fue determinante en la difusión de composiciones cubanas y extranjeras en todos los lugares de la isla.

A inicios del siglo xx ocurren los primeros intentos de conformar un grupo sinfónico cuando Guillermo Tomás, director de la banda de Guanabacoa, La Habana, «organizó una verdadera Orquesta Sinfónica».[3] En el repertorio sobresalieron obras de gran dificultad técnica de autores como Bedřich Smetana, Johannes Brahms, Claude Debussy, Isaac Albéniz y Gustav Mahler. A pesar de las escasas e irregulares presentaciones de esa agrupación demostró que Cuba podía soñar con su orquesta sinfónica. Estos deseos se harían realidad en la tercera década del siglo xx, con la creación de la Orquesta Sinfónica de La Habana (1922) y la Orquesta Filarmónica de La Habana (1924), dirigidas por los maestros Gonzalo Roig y Pedro Sanjuán, respectivamente.

I movimiento: Allegro con brio

La Orquesta Sinfónica de Las Villas, fundada en 1926, en Remedios, fue la tercera de su tipo en el país. Su dirección estuvo a cargo del maestro Agustín Jiménez Crespo (1892-1976), quien siempre abrazó la idea de convertirla en una orquesta provincial.

El 12 de agosto de 1927 la sinfónica ejecutó un concierto[4] por la inauguración de la Academia de Música en el que interpretó el Ballet egipcio (1875) de Alexandre Luigini. Los integrantes de la incipiente agrupación procedían de Remedios y Caibarién, algunos de ellos integraban la Banda de Música municipal.  Según el testimonio de Manuel Jiménez González,[5] hijo de Jiménez Crespo, los ensayos se realizaban en la logia Luz América y el Recreo, en Remedios; en la Academia de Música o en la vivienda del maestro y director.

El maestro Jiménez Crespo era una figura aglutinadora: tuvo la suerte de contar con la colaboración de un gran amigo, el Dr. Alejandro García Caturla, entonces muy joven músico, quien enviaba obras para ser interpretadas por la naciente agrupación; reunió muchos artistas que realmente querían hacer música, aunque no había salario para la orquesta, lo que los obligaba a buscar trabajo para mantenerse.  En los primeros años los ensayos se producían con intermitencia y las presentaciones fueron esporádicas e irregulares; apenas se encuentran datos de esa etapa. A mediados de la década del treinta la orquesta incorpora una mayor cantidad de instrumentos de cuerda y viento, de madera y metal, y posee un repertorio complejo, que exigía maestría por parte de los músicos.

El 15 de agosto de 1935 se ofreció un concierto homenaje al maestro Jiménez Crespo, para exhaltar su labor. La velada fue organizada por autoridades de la localidad remediana. Se invitó a la Coral de la Parroquia y a los profesores Roberto Ondina, flautista solista de la Orquesta Sinfónica de La Habana, y al alemán Gustavo Kierman, viola solista de esa agrupación.[6] En este tiempo, la Orquesta Sinfónica de Las Villas estaba compuesta por cincuenta y cinco músicos; José María Montalván era su segundo director.

En 1939, Jiménez Crespo conoció a Humberto Carranza Chaviano, entonces radicado en  Remedios como director de la Escuela Pública n.o 2. Carranza le brinda su colaboración y se incorpora a la orquesta sinfónica como violinista. Al año siguiente la agrupación se radica en Santa Clara. En la ciudad aumentó su nómina, sobre todo mediante la incorporación de integrantes de la Banda Municipal y la Banda Militar. Se convierte en una orquesta «respetable» por su membresía y por el nivel técnico de sus músicos.

La asistencia a los conciertos se cobraban a un peso la luneta. Lo recaudado se utilizaba para costear los gastos del transporte, comida, vestuario y repertorio. A los músicos se les devengaba un salario muy bajo, lo que de alguna manera afectó la estabilidad del personal. Se tocaba por verdadero amor al arte.

Andante

Una mayor cantidad de actuaciones propició la consolidación de la sinfónica. Los conciertos que ofrecía avivaban el ínterés de músicos de diferentes localidades, y poco a poco fueron incorporándose a la orquesta desde Placetas, Camajuaní, Caibarién, Sagua la Grande, Cienfuegos y Sancti Spíritus.

La Orquesta Sinfónica de Las Villas toma parte en el concierto efectuado el 24 de junio de 1941 con motivo del nombramiento de Hijo Predilecto de la ciudad de Remedios a su director fundador, Agustín Jiménez Crespo. Ese mismo año el presidente del Liceo de Santa Clara, Pedro Pérez, invitó a que se ofreciera un concierto[7] en la sede de esa sociedad. La presentación tuvo una gran acogida por parte del público asistente.

Desde 1945 hasta el triunfo de la Revolución, en el Teatro La Caridad se ofrecieron conciertos por encargo del gobierno provincial. También Cienfuegos y Sagua la Grande fueron plazas culturales donde la orquesta ofreció presentaciones. El 11 de agosto de 1954, acompañada por el Orfeón de Santa Clara —actual Coro Provincial— realizó un concierto en el teatro dedicado a Santa Clara de Asís, patrona de la ciudad. El gobierno nunca se ocupó de la orquesta, no le daba salario fijo ni le propiciaba ayuda económica alguna.

Allegro moderato

En el período 1959-1961 el naciente gobierno consolida sus instituciones. Se creó el Consejo Nacional de Cultura, con sus delegaciones provinciales y coordinaciones muncipales y se dictó la Ley 519, que oficializaba las orquestas sinfónicas. Desde entonces, la Orquesta Sinfónica de Las Villas evoluciona en diferentes aspectos de su actividad. Se oficializa la agrupación, se aprueba la plantilla, ocurre la categorización profesional de los músicos y se dispone el pago de sus salarios.

El maestro Agustín Jiménez Crespo continuó dirigiéndola y vio cumplido el sueño de tener un local de ensayo: el propio Teatro La Caridad. Luego de su jubilación en 1965, ocupó la plaza de Director Titular el maestro Augusto Suero Reguera, quien expandió las presentaciones por toda la provincia y continuó la labor didáctica en sus conciertos, lo que se evidencia en las notas de los programas y en el interés de motivar al público por la música sinfónica. En el repertorio sobresalen las obras de Ludwing van Beethoven, Dmitri Shostakovich, Edvard Grieg, Ernesto Lecuona y Gonzalo Roig. En el mes de enero de 1976, Suero Reguera empezó a trabajar en La Habana y dejó al maestro Rubén Urribarres Pérez como nuevo Director Titular de la orquesta.

II movimiento: Largo

La revisión de programas de concierto fechados entre octubre de 1976[8] y enero de 1977[9] confirma que, a raíz de la nueva división político administrativa de la isla, la Orquesta Sinfónica de Las Villas pasa a llamarse Orquesta Sinfónica de Villa Clara. Este hecho no influyó de manera negativa en la práctica musical de esta institución: siguió siendo el eje del movimiento sinfónico en el centro del país, lo cual es un orgullo para la provincia.

Desde 1976 hasta 2005, Rubén Urribarres desempeñó una incesante labor. La agrupación se presentó en los municipios de forma sistemática, trabajó en actividades culturales, galas políticas y tribunas abiertas. En el repertorio de esta etapa se destacan obras de compositores como Johann Sebastian Bach, Antonio Vivaldi, Pyotr Ilyich Tchaikovsky, Franz Schubert y los cubanos Jorge Anckerman y Guido López-Gavilán.

Un sinnúmero de músicos ha formado parte de esta agrupación. Para ellos la orquesta ha significado una escuela determinante en su formación profesional.

III movimiento: Rondó Allegro

En 2006, Irina Guerra Ling Long pasa a ser la Directora Titular de la sinfónica villaclareña y, después de cuatro años, se traslada fuera de la provincia por intereses profesionales. En su lugar es nombrada Irina Toledo Roche[10] como Directora Titular de la Orquesta Sinfónica de Villa Clara, cargo que actualmente ocupa.

Actualmente la orquesta se caracteriza por la participación activa en festivales y eventos nacionales, lo cual ha significado una grandiosa oportunidad de llevar la sinfónica por todo el país y una experiencia sin par para sus músicos. Se han interpretado gran variedad de obras nacionales y extranjeras, incluso se han añadido al repertorio temas de la nueva trova, lo que manifiesta la inclusión de la música popular en el formato sinfónico.

Cadenza

La Orquesta Sinfónica de Villa Clara se integra al panorama sociocultural del territorio, es una agrupación esencial en el patrimonio cultural y la identidad regional. La cuasi centenaria orquesta ha tratado de superarse y renovarse cada vez más, de perfeccionar su destreza técnica y rango artístico, de elevar su nivel interpretativo. Desde su práctica musical ha contribuido a la formación de profesionales, ha llevado el arte musical a toda la geografía del centro del país y ha sido eje del desarrollo sinfónico en este espacio geográfico. Sus primeros noventa y cinco años constituyen incentivo para continuar trabajando en pos de llevar, al público villaclareño y cubano, la música sinfónica.

[1] Carpentier, Alejo (1946). La música en Cuba. México: Fondo de Cultura Económica, p. 38.

[2] Una de ellas fue la Sociedad de Música Clásica, en La Habana, cuyo programa inaugural fue ejecutado por «una reducción para pequeña orquesta» (Carpentier, ob. cit., p. 191).

[3] Ibídem, p.192.

[4] Programa. Concierto por la inauguración de la Academia de Música, 12 de agosto de 1927 (Museo Municipal, Remedios).

[5] Comunicación personal, octubre de 2020.

[6] Soyud, G. (1935). «Homenaje al maestro Agustín Jiménez Crespo». El Faro, n.o 457, p.1.

[7] Programa. Concierto en el Teatro La Caridad, 12 de agosto de 1941 (Museo Municipal, Remedios).

[8] Programa. Concierto de la Orquesta Sinfónica de Las Villas, 24 al 26 de octubre de 1976. Fondo personal Rubén Urribarres.

[9] Programa. Concierto de la Orquesta Sinfónica de Villa Clara, 30 de enero al 1 de febrero de 1977. Fondo personal Rubén Urribarres.

[10] La Resolución n.o 36 (25 de mayo de 2010), firmada por Abel Acosta Damas, viceministro de Cultura, nombra oficialmente a Irina Toledo Roche como Directora Titular de la Orquesta Sinfónica de Villa Clara.

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